Artículo de Javier Compás. Sobre estas líneas, el interior de la taberna. Debajo la fachada del local en Santa Cruz. Las plumas blancas oscilan al vaivén de los pasos firmes y cortos de la centuria, romanos de Hispalis caminan despacio y en orden por la ciudad de la Gracia, por donde, divagamos los que amamos, como José María Izquierdo, a esta ciudad, dejando que nuestros pies nos lleven en busca del limonero escondido, de las adelfas, de un patio fresco cernudiano, buscando, como Romero Murube, los cielos que perdimos. El cielo en azul claro irrepetible, lienzo claro para escribir la primavera con botones blancos de naranjos a punto de estallar en aromas de Virgen niña. Tú me embriagas, calle encalada que ocultas la fuente de un convento en silencio, donde manos de nácar amasan yemas de gloria. Y un niño nació en la Macarena, no podía ser otro día, Jueves Santo, abril del 63. Y el niño se hizo monaguillo, nazareno, costalero, armao del Senado del Pueblo Romano, Sevilla, Nueva Roma, maestro Vicente Lleó. El pueblo toma las calles y lleva, en volandas, a su Madre, y a su Hermano, el Hijo de Ella, y suben por la calle ancha de la Feria con estruendo de cornetas y tambores, anunciando al mundo entero, ¡aquí viene la Madre de Dios!, la llevamos despacito, porque está llorando, y queremos mecerla con amor, consolarla de su duelo, pero es Ella la que nos consuela, es Ella la que, con su mirada de infinita ternura, nos llena el corazón de Esperanza. Taberna La Fresquita (Santa Cruz) Un miércoles de ceniza, 24 de Febrero de 1993, abrió sus puertas este tarrito de esencias sevillanas, La Fresquita, subiendo Mateos Gago, liberados ya de veladores de turistas. Pared de cal, toldo de albero, veinte metros cuadrados precisos de sevillanía. Ambiente cofrade, especialidad en espinacas y carne con tomate, ole, eso pone en sus servilletitas de papel, todo chiquito, como decía el Arcipreste de Hita que tenían que tener los pies las mujeres bonitas, chiquitos. Bajo los techos de vigas de madera, el Barroco, ese horror vacui sevillano que todo lo llena, fotos cofradieras, armaos en San Román, la Señora en impresión antigua y marco de cartón piedra, y, en la televisión, nunca faltan imágenes de Semana Santa, de la Sevilla antigua, Joselito camino de San Fernando en último paseíllo clamoroso y multitudinario. Sahumerio oscilante como péndulo fragante de aromas sagrados, Santa Cruz, Monserrat, comparten esencias. Miniaturas de pasos, nazarenos, unas alpargatas, y el cartelito, los días que faltan para que todo se haya consumado, el principio del fin. Aquí, para refresco del peregrino, te reciben con una Cruzcampo muy fría, ligera, fácil, adornada con unos altramuces salpicados de sal que tenían que cobrar de puro ricos. Pepe también guisa, unas espinacas en su punto de especias, de textura cremosa, riquísimas, de lo mejor que hemos probado en esta tapa tan sevillana. No está mal tampoco el bacalao con tomate, suave la salsa, casi pisto. Antes nos entró divinamente una ensaladilla fresca y de suave textura, coronada de Sanlúcar. Tapas y raciones, cuando hay, además de las dichas, menudo, carne con tomate, albóndigas con guisantes, habas baby con jamón y huevo, papás aliñás. Más cosas, montaditos, de pringá, claro, y, como no, de melva con su morrón, de mechada, de gambas, de palometa con queso, entre otros. También chacinas y conservas, y, en temporada, caracoles. Mediodía de sol en la encalada fachada, amigos, saludos, viendo pasar el paisanaje, qué poco queda para que el azahar, atrevido, embriague con su aroma a las gentes de San Bernardo que pasan por la puerta, tristes porque un poco más abajo, ya no está Perejil para cantarle a su Cristo.
Ficha
- Dirección: C/ Mateos Gago, nº 29 (41004 - Sevilla)
- Horario: Desde las 12.00 a 16:30 y 20.00 a cierre. Cierra domingos noche.
- Propietario: José Antonio Rodríguez Navarro.
- Precio medio tapas: 2, 50 3,00 euros
- Cerveza: 1,00 euro