Los asesinos de ETA han logrado hacer saltar por los aires el último de día de la campaña electoral matando con saña al ex concejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco. Los etarras venían intentándolo y los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado se mantenían en alerta para evitarlo. Pero una barbaridad de esta envergadura helará siempre el corazón de cualquier persona de bien y nadie esta mínimamente preparado para recibir semejante golpe. ETA parece estar convencida que su nuevo y cobarde asesinato, utilizando el único lenguaje que conoce, el de las pistolas y el tiro en la nuca, conmocionará a la sociedad española ante una fecha tan importante para la democracia como el 9M. Pero ni de lejos conseguirá ni uno sólo de sus más básicos y perversos objetivos. Frente al terror de los asesinos los demócratas, el resto de los ciudadanos, deben responder el domingo con uno de los peores castigos para los etarras y quienes los amparan: la afluencia masiva a las urnas. El otro destino que merecen es evidentemente la cárcel tras ser llevados ante la justicia. Junto a la participación masiva de los ciudadanos en la jornada electoral los partidos y formaciones políticas tienen que recuperar cuanto ante la unidad contra el terrorismo. Hoy es el momento del luto y la reflexión y no el de la autocrítica -tiempo habrá para ello- pero en esta jornada durísima debe recordarse otra vez que el único enemigo del sistema democrático que los españoles se han dado es ETA. Nadie más. Estando unidos será más fácil combatir los últimos coletazos de unos bárbaros a los que sólo les resta extinguirse. De ninguna manera se puede dar aire ni por acción ni por omisión a los violentos. La Democracia española ya es mayor de edad y tiene el músculo suficiente como para que una banda irracional pueda ponerla de rodillas a estas alturas. ETA no se saldrá con la suya y lo sabe perfectamente. Acciones como el asesinato del ex concejal socialista deben lograr justo lo contrario de lo que se proponen. Así, cada vez serán más aislados por la sociedad en la que se esconden, el pueblo vasco, y el hartazgo general acabará rematando su disolución. El propio gobierno de Euskadi lo repetía ayer tras la muerte del ex edil. Ese es el camino acertado. La serenidad y capacidad de sufrimiento de los españoles ante la vergüenza terrorista está más que demostrada. Por ello, pese al enorme y lógico dolor que provoca la pérdida tan brutal de una vida irrepetible, volverán a dar una lección como pueblo, que sólo quiere vivir en paz y en libertad, mañana domingo. ETA habrá fracasado de nuevo.
