Cultura

‘Frikis’ sí, pero con cerebro

El II Festival Mangafest desmiente los tópicos y reúne a multitud de jóvenes interesados por idiomas exóticos, el cómic, el ‘go’, los bonsais y muchos otros elementos de la cultura oriental

el 22 nov 2013 / 22:49 h.

“¡Ra-ta-ta-tá, muere, muere!”, aúlla un chaval mientras pulsa frenéticamente los botones de la máquina en la que juega a su videojuego favorito, Rage of dragons. Se trata de uno de los muchos visitantes adolescentes de Mangafest 2013, el II Festival de videojuegos y cultura japonesa de Sevilla, que fue inaugurado ayer en Fibes y permanecerá abierto al público hasta mañana domingo. Pero no todos los chavales que deambulan por el recinto ceden a las pulsiones lúdico-homicidas de estos juegos. De hecho, el ambiente que se respiraba ayer poco después de abrir las puertas  se parecía más al de una biblioteca que a una sala de billares, pero tan divertida como podría parecer ésta. Así, mientras en unas mesas unas chicas se afanaban en unas composiciones de abalorios conocidas como Hama, en un rincón se impartía una clase de japonés, cortesía de la academia de lenguas Ceao. “El principal idioma que impartimos es el chino, para todas las edades, pero hemos abierto el abanico al coreano y el japonés, que atrae mucho a los seguidores del manga”, explica uno de sus responsables. A un paso, un grupo de adolescentes gaditanos amantes del go, milenario juego de estrategia, se da cita alrededor de los tableros. “Hay quien se acerca pensando que las piezas son mentos –dice unos de ellos aludiendo a la forma de caramelo de éstas–, otros creen que son damas, pero hay muchos que quieren aprender porque Naruto [popular saga en viñetas escrita e ilustrada por Masashi Kishimoto] resaltan este juego”, señala. Al otro lado de una hilera de mostradores destinados a aplacar el hambre, con un menú que va de la socorrida telepizza o el perrito caliente a las fondues de chocolate, el festival pone de manifiesto que la oferta del Mangafest es tan variada como ajena al sexismo. Así, en el expositor de Amigurumi Natura se ponen a disposición de los interesados madejas de lana para hacer patrones de crochet que, al parecer, gozan ahora de tanta popularidad como entre las abuelas de antaño. Unos metros más adelante, David Cortizas, de la Escuela de Bonsai Online –que goza de más de 2.300 suscriptores–, expone algunos ejemplares de olivos, higueras, olmos, cipreses o limoneros enanos. “Siendo especies de aquí, perfectamente aclimatadas, es super fácil”, afirma, a la vez que los bonsais “son, además de una parte de la jardinería, una válvula de escape altamente relajante, que se está usando para múltiples terapias, y que favorece la perseverancia y la responsabilidad. Tenemos aprendices que van de niños de cinco años a señoras de 78”, agrega. ¿Dónde quedaron los frikis disfrazados de Goku de los clásicos salones del manga? Los hay, por supuesto, pero basta intercambiar dos palabras con ellos para descubrir que no son ningunos descerebrados. Irene y Jesús, de Puebla del Río, pasean entre los stands como una pareja de púberes cualquiera, si no fuera porque ella lleva un vistoso vestido del llamado estilo lolita –nada que ver con Nabokov. “Empecé vistiendo gótico y he ido deslizándome hacia esto”, explica. “Tal vez sea porque de pequeña me gustaban los vestidos de princesa, que ahora, con retales de aquí y allá y la ayuda de mi madre, que sabe coser, hago mis propios diseños”. Estilos lolita, cosplay, steam punk, visual kei... Quienes saben de esto aseguran que el arco estético actual es amplísimo, tanto como el bibliográfico. Los seguidores de estas tendencias elevan sin duda los índices nacionales de lectura, y según el editor madrileño Alberto Santos, presente en Fibes, lo que hace furor este año es “la fantasía con tintes épicos y románticos, aunque los zombis también están pegando fuerte. Y siempre tienen salida las guías deStar wars o Star Trek, eso no pasa de moda”, subraya. Lo cierto es que la cultura japonesa, y oriental en general, ha prendido de tal modo en la juventud sevillana que hay chicas, como Marisa y Lucía, que responden igual a estos nombres que a sus respectivos apodos de Miyu y Hikki. Mientras una atiende el taller de omikuji, una especie de oráculos de la buena o mala fortuna, otra se ocupa del de teru-teru, muñecos tradicionales de fieltro que se cuelgan en las ventanas los días de lluvia. Y esto es solo el principio: quedan dos días más para asomarse a un mundo insólito sin salir de Fibes.

  • 1