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Fritzl admite haber violado a su hija pero niega el cargo de asesinato

Josef Fritzl, conocido como el monstruo de Amstetten, se declaró ayer "no culpable" de la acusación de asesinato de uno de los siete hijos nacidos fruto de la relación incestuosa con su hija, a la que encerró y violó durante 24 años en el sótano de su casa. Por este cargo se enfrenta a la cadena perpetua.

el 16 sep 2009 / 00:05 h.

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Josef Fritzl, conocido como el monstruo de Amstetten, se declaró ayer "no culpable" de la acusación de asesinato de uno de los siete hijos nacidos fruto de la relación incestuosa con su hija, a la que encerró y violó durante 24 años en el sótano de su casa. Por este cargo se enfrenta a la cadena perpetua.

En la primera sesión del proceso contra él en la Audiencia Provincial de Sankt Pölten (Viena), Fritzl rechazó también el cargo de "esclavitud" pero admitió ser "parcialmente culpable" de las acusaciones de violación y coacción. Con voz temblorosa y apenas audible, el acusado, que el 9 de abril cumplirá 74 años, sí reconoció ser culpable de incesto y privación de libertad de su hija.

Fritzl entró en la sala ataviado con un traje gris claro y con el rostro oculto tras un archivador azul. Tan sólo cuando las cámaras abandonaron la sala, Fritzl descubrió su rostro para atender las alegaciones de la fiscal del caso, Christiane Burkheiser. El Ministerio Fiscal se dirigió a los ocho integrantes del jurado, cuatro hombres y cuatro mujeres, para escenificar los 24 años que pasó Elisabeth encerrada en un sótano, donde fue sometida a innumerables violaciones y dio a luz a siete hijos.

En un discurso cargado de dramatismo, Burkheiser describió la humedad y la estrechez del sótano y pidió al jurado que oliera objetos sacados del habitáculo para que se hicieran una idea del hedor en una habitación sin luz ni ventilación natural y en la que la humedad se concentraba en las paredes. La fiscal indicó que Fritlz trataba a su hija "como a un perro" y que decidía qué y cuándo se comía y la ropa que usaba. Burkheiser recordó que los primeros 9 años de su cautiverio, Elisabeth vivió en 18 metros cuadrados, en los que quedó embarazada y dio a luz a tres hijos.

Para el primero de los partos, en 1988, contó por toda ayuda con "una manta no esterilizada, unas tijeras sucias y un libro de preparación al parto". La sucesión de violaciones y amenazas, indicó la fiscal provocaron que la joven, encerrada cuando tenía 18 años y que hoy cuenta 42, "estuviera rota". "Luz apagada, violación; luz encendida, moho", indicó la fiscal para describir la rutinaria vida de Elisabeth. En su alegación, Burkheiser se refirió a la muerte en 1996 de uno de los mellizos que Elisabeth dio a luz. Una muerte de la que responsabilizó a Fritzl por desoír las peticiones de ayuda de su hija, que se percató, dijo, de los problemas respiratorios del bebé. "Sangre de su sangre, señor Fritzl" recriminó la fiscal al acusado. "Eso es asesinato por omisión de auxilio", señaló.

En ese momento, el abogado de Fritzl, Rudolf Mayer, solicitó al jurado que "dejen sus sentimientos afuera", al referirse al interés mediático que el caso ha generado. "Ustedes no son vengadores", espetó el letrado, quien recordó que tanto él como su cliente han recibido amenazas de muerte y recordó que todo el mundo tiene derecho a un juicio. Mayer criticó la "actuación" de la fiscal y pidió que el jurado se atenga a los hechos. También aseguró que lo que hace especial la historia de Fritzl es su deseo de "crear una segunda familia". Por ello, el letrado negó que con la sistemática violación a su hija Fritzl sólo buscara satisfacción sexual.

A las preguntas de la juez Andrea Humer, Fritzl describió durante la primera sesión del juicio que en su "durísima infancia" sufrió numerosas agresiones por parte de su madre y que no tuvo amigos. "Mi madre nunca me quiso. Ella ya tenía 42 (cuando él nació). No quería ningún niño y actuó en consecuencia. Ella me maltrataba", explicó sobre su condición de hijo no deseado.

Con la voz rota por momentos, el acusado relató que las tornas cambiaron a medida que él crecía y su madre envejecía, y que con 12 años empezó a defenderse de las agresiones de su madre: "A partir de ese momento me convertí en el demonio para ella". Aun así, pareció mostrar comprensión hacía la actitud de su progenitora al afirmar que "su vida tampoco era la más bella".

La madre de Fritzl murió tras años de estar encerrada en el piso superior de su casa, donde él tapió las ventanas para que ella no viera nunca la luz de sol.

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