Baltasar Garzón recibirá hoy la medalla de Andalucía en el mismo acto en el que Mayor Zaragoza, andaluz de Barcelona, recogerá el merecido título de Hijo Predilecto. Estarán acompañados de amigos, pero sólo puedo certificarlo del juez porque algunos llamaron para que comparta un acontecimiento que celebrarán como si los laureles fueran directamente para ellos. Por razones obvias, no daré nombres, ni el lugar donde celebrarán la fiesta correspondiente, pero si pudiera asistir, que no es el caso, trataría de imponer una condición: que no cante. No es que cante mal, sino peor; torea mejor, pero por mucho valor y voluntad que le ponga, tampoco será nunca como su admirado Romero.
No es perfecto, ni siquiera sus amigos lo consideran un dios como Trueba a Billy Wilder. En esa estimación hubo años atrás excepciones como la de Francisco José Alcaraz, que tiene en su mujer a la recormand de ensobrado de cartas pidiendo apoyos para la concesión del Nobel de la Paz a un juez que tiene que cuidarse de ETA y ahora, en otro sentido bien distinto, del presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo desde que Aznar le convenció para intercambiarse entrambos medallitas marcas de la casa. Por eso, hoy no se espera a Alcaraz y, sobre todo, nadie desea que aparezca para evitar que algún desahogado pueda llamarle traidor.
Periodista
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