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Gaudeamus igitur

Cuarenta y tres años después de inaugurarse en la vieja Fábrica de Tabacos, la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla ha buscado acomodo en otro edificio que también sirvió a menesteres distintos, la Pirotecnia Militar.

el 15 sep 2009 / 19:47 h.

Cuarenta y tres años después de inaugurarse en la vieja Fábrica de Tabacos, la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla ha buscado acomodo en otro edificio que también sirvió a menesteres distintos, la Pirotecnia Militar. Cuando Franco inauguró las instalaciones tabacaleras convertidas en académicas se instalaron en su patio central dos lápidas; con pulcro latín ambas, la de la izquierda dice que en 1725 Felipe V, rey de las Españas, las había mandado edificar, en la de la derecha se consigna que en 1965, siendo Franco caudillo de los españoles, comenzaban a tener un nuevo uso preservando los restos del pasado.

En medio de las dos inscripciones seguramente estaban, aunque no escritos, los propósitos de aquel régimen dictatorial de llegar hasta Dios por medio del Imperio y que el mismo caudillo había expresado años antes al decir que la gran Universidad imperial había perdido sus lumbres y esplendores en la gran crisis del siglo XVIII, donde hizo su aparición el escepticismo y se derrumbó con estrépito el edificio de nuestra unidad espiritual entre los ensayos, la impiedad, la habladuría y la ostentación; Franco no restauraba la obra de Felipe V, le imprimía un nuevo rumbo: ni más ni menos que del Reich de los mil años en versión española.

Ni siquiera se le pasaba por la cabeza que al año siguiente comenzarían en sus pasillos y en los de la facultad del otro ala, la de Filosofía y Letras, las luchas contra la organización corporativa universitaria de su Movimiento Nacional, el SEU, ni que, a partir de ahí, en sus aulas y patios cantarían Raimon y Mairena, ni que ya casi se estaban sentando en sus bancos estudiantes que dirigirían los partidos de la España y la Andalucía democráticas. No hay nada como una lápida para reflexionar sobre la ostentación y la habladuría.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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