Tras 40 días en suspensión de pagos, General Motors renace de sus cenizas con la venta de sus activos buenos a una nueva empresa, denominada General Motors Company, una sociedad que tiene como principal accionista al Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
En concreto, la firma está participada en un 60,8% por el Tesoro estadounidense, que ha desembolsado 50.000 millones de dólares con tal motivo. A su vez, el Gobierno canadiense ha aportado 9.100 millones de dólares para representar un 11,7% del accionariado. Y para cerrar el círculo, el sindicato UAW participa en un 17,5%, mientras que la General Motors original lo hace en un 10%.
Sus filiales de fuera de Estados Unidos, entre ellas General Motors Europe, han sido adquiridas por la nueva empresa y seguirán operando a salvo, por el momento, de paros en la producción.
El presidente de General Motors, Fritz Henderson, explicó que la nueva firma se centrará en sus cuatro marcas clave -Chevrolet, Cadillac, GMC y Buick-, lo que le permitirá tener "una gama de producto actualizada", así como "una estructura de costes competitiva y una posición de liquidez fuerte".
Ello conllevará reducir su red de puntos de ventas a casi la mitad, ya que de 6.000 de éstos sólo sobrevivirán 3.600. Además, aseguró que su empresa se verá obligada a disminuir la producción en Norteamérica, por lo que reducirá de 47 a 34 el número de plantas en la región.
Esta medida repercutirá sobre el nivel de empleo, ya que se reducirá un 35% los miembros de alta dirección y un 20%, los trabajadores de factoría, con lo que pasará de 91.000 a 64.000 empleados.
Por el momento General Motors Company no cotizará en bolsa, aunque la previsión es que lo haga a principios del próximo año.
