Que el ser humano es capaz de las mayores atrocidades es un hecho corroborado por la historia y por la actualidad más inmediata. Las intenciones de ETA de atentar contra lugares de ocio en Andalucía a lo largo del verano, y de secuestrar y asesinar, ratifica la crueldad de quienes convirtieron su conciencia en su primera víctima. Afortunadamente la profesional acción policial y judicial da seguridad y confianza.
Estos criminales, disfrazan sus actos abominables con falaces discursos reivindicativos, pero sólo son unos delincuentes más de los que revisten sus injustificables agresiones con la reclamación de presuntos derechos. Hasta los pederastas se acogen a la cultura clásica para "legitimar" su "amor" hacia los menores, en realidad víctimas indefensas de sus abusos. No engañan a nadie, pero hace falta una sociedad fuerte para acabar con quienes, apoyados en mentiras, atentan contra la vida y derechos de los demás.
De ahí la importancia de contar en España con la fortaleza de un Estado de Derecho donde se respetan las reglas del juego. Aquí se persigue a los delincuentes y a menudo, como ocurre estos días con el comando Vizcaya, se les detiene para juzgarlos con toda la fuerza de la Ley. Ese es el camino, como lo fue el juicio por el 11 M.
Un ejemplo para quienes justifican "guantánamos" en defensa de la seguridad mundial, una violación de derechos que actúa como un germen patógeno que puede acabar con la civilización. Por el contrario, el juez Baltasar Garzón, que aplica la ley a terroristas y a dictadores, allá donde estén, sigue demostrando que hacerlo bien es posible. Gracias.
Periodista
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