Aún es un programa millonario en audiencia, pero Gran hermano ya no es ni la sombra de lo que fue cuando revolucionó el panorama audiovisual de todo el planeta en el 2000. Trece años después de su estreno, la última edición del histórico reality de Tele 5 se ha cerrado con sus peores datos de audiencia. Y además, por primera vez, la gran final del pasado martes --en la que Susana se llevó los 300.000 euros de premio-- no fue el programa líder del día: cayó claramente derrotado por Masterchef. Todo un aviso.
El concurso de TVE-1, con 3.957.000 espectadores de media, superó claramente en su franja de coincidencia a GH que, con 3.051.000 incondicionales, solo pudo remontar el vuelo cuando acabó el programa de cocina, a las 0.16 horas. No es casualidad que, cuando finalizaron Masterchef y Gran hotel, se hiciese público el ganador de Gran hermano. A partir de ese momento, y hasta su finalización (1.45 horas del miércoles), sí campó a sus anchas.
Otro de los aspectos que destaca en el informe de Barlovento (ver gráfico) es el tipo de público que sigue Gran hermano: el perfil de esta audiencia es prácticamente el mismo entre los que siguieron las galas de la primera edición en el año 2000 y los que han hecho lo propio en esta última entrega. Así, el perfil del espectador tipo es el de una mujer de 25 a 44 años, de clase media y que vive en zonas rurales de Andalucía, Canarias y Asturias. Una ligera diferencia entre el perfil del 2000 y del 2013 está en que ha aumentado en más de cinco puntos los seguidores de edades comprendidas entre los 45 y 64 años. Es decir, como es natural, una parte de los incondicionales de este show han envejecido con el programa.
Pese a los incentivos de esta edición (con expulsiones y reincorporaciones sobre la marcha), y los intentos de animar las galas de Mercedes Milá (enseñar las bragas, azuzar a un concursante para que le toque los pechos...) GH no levanta el vuelo: ha pasado de fenómeno mediático a ser un programa más, aunque todavía rentable.
