Griñán hará campaña entre cenizas socialistas

El secretario general del PSOE andaluz y candidato a la Presidencia de la Junta afronta la peor campaña electoral sin liderazgo ni sostén de su partido

el 12 feb 2012 / 21:55 h.

Griñán, ante un cuadro de Pablo Iglesias, fundador del PSOE. / j. muñoz (efe)

Nunca un secretario general del PSOE andaluz obtuvo en un congreso tanto respaldo interno como el que amparó a José Antonio Griñán en marzo de 2010. Un 97,3%. Un apoyo casi del cien por cien, sospechoso para un dirigente que había sido designado directamente para ocupar la presidencia de la Junta por su antecesor, Manuel Chaves, y por su hombre fuerte, Luis Pizarro. Lo advirtieron algunos veteranos. La digestión de la sucesión de Chaves después de 19 años en el poder no había ni empezado. Pero ni los peor pensados creerían el cuadro al que se enfrenta el candidato del PSOE-A a un mes de las elecciones andaluzas del 25 de marzo. "Nos van a partir la cara", lamentaba ayer más de un dirigente socialista.

En el PSOE andaluz hay dolor, guerras personales y mucha gente, demasiada, jugando a la derrota y a tomar posiciones para el momento en el que el secretario general decida retirarse. Se da por acabado a Griñán antes ni siquiera de que hayan hablado las urnas. Por no tener, no tiene ni una lista electoral tras el estallido ayer de Sevilla. El PSOE puede perderlo todo el 25 de marzo y nadie quiera estar mal situado, aunque eso suponga enseñarle a los ciudadanos que los políticos son capaces de lo peor.

Hace una semana, el domingo de resaca del 38 congreso todavía había muchos que aseguraban que el PSOE andaluz tenía capacidad de sobra para recomponerse y salir unido a hacer campaña electoral. A pesar de la estrategia de apoyo a Carme Chacón y de que el líder de los socialistas andaluces había aparecido como el gran perdedor del cónclave tras la catalana. El hecho de que Alfredo Pérez Rubalcaba hubiera rescatado a Griñán en la presidencia del partido era la señal de que todos iban a remar a una, decían. Pero los propios socialistas se han encargado estos siete días de hacer imposible ese acto de fe. De unidad, nada. La confección de las listas al Parlamento andaluz ha vuelto a dejar claro que el PSOE andaluz está dividido en dos mitades irreconciliables con las espadas en alto. En Almería, Málaga y Córdoba los dirigentes provinciales, afines a Griñán, están seriamente cuestionados pero se han negado a hacer una lista de integración que dé asiento en el Parlamento a sus críticos -la mayoría afines a Rubalcaba--. En Sevilla y Cádiz ha ocurrido todo lo contrario, los críticos con Griñán no piensan dar el más mínimo espacio a los griñanistas en las listas.

El presidente de la Junta recomendó diálogo e integración y su papel en estos días ha sido activo. Ha estado al teléfono con Rubalcaba y Gaspar Zarrías y se ha hablado con todos los secretarios provinciales. El viernes a primera hora estuvo sentado con Francisco González Cabaña, con quien pactó una lista de integración que permitía a Luis Pizarro ser número uno en Cádiz y a la dirección gaditana poner de dos a la mujer que quisiera. A cambio se reservaban los puestos 3, 4 y 5 para el consejero de Gobernación, una dirigente de Juventudes en Cádiz y el delegado de la Junta en la provincia. Todos griñanistas. Desde San Vicente acusan a Cabaña de romper unilateralmente ese acuerdo empujado por Luis Pizarro. Igualmente aseguran que cuando Griñán ayer domingo cerca de las doce de la mañana hacía unas declaraciones públicas defendiendo que estaba contento por las listas, estaba totalmente al margen de que Viera había dimitido en Sevilla. Pensaba que todo había quedado en tablas en una lista cerrada la noche anterior con cuatro y cuatro de cada corriente. ¿Ingenuidad? ¿Impericia? ¿Mala suerte?

Algunos apuntan que Griñán se ha distanciado tras el 38 congreso de su secretaria de Organización, Susana Díaz, a quienes muchos señalan por su dureza al hacer política, como la principal alimentadora de estas luchas cainitas que están despedazando el PSOE. Otros lo niegan tajantemente. Aseguran que Díaz ha estado toda la semana en contacto con Elena Valenciano y que ha jugado a hacer listas de integración. Da igual. Griñán es el secretario general del PSOE-A, el primer y el último responsable, por acción u omisión.
En San Vicente ven a Luis Pizarro como referente de un duro sector crítico que además se siente legitimado tras la victoria de Alfredo Pérez Rubalcaba en el 38 Congreso del PSOE. "Él era mucho de una cultura del partido que decía que el secretario general tiene la última palabra y todos íbamos detrás", recuerdan miembros de la ejecutiva regional. Los de Griñán creen que Pizarro, con Martín Soler o José Antonio Viera actúan en una estrategia conjunta. Leen que si Cádiz excluyó ayer a los afines a Griñán es porque quieren sentarse a negociar con las listas de Málaga, Córdoba o Almería por delante y que en estas también se acojan a críticos. Qué hará Griñán es una incógnita. Hoy lunes hay ejecutiva federal y el miércoles Comité Director del PSOE-A, el máximo órgano que debe ratificar las candidaturas antes de que Ferraz tenga la última palabra. En su entorno algunos le pidan que "ejerza" y frene listas como la de Cádiz. Otros aseguran que no es su intención alimentar más la bronca. Puede pasar de todo, incluso empeorar, advierten.

Esta es la realidad con la que lidia un candidato para quien ya la crisis, el paro, el escándalo de corrupción de los ERE o los 30 años de socialismo dañan seriamente. Por si no fuera suficiente, su partido es un campo de minas. Los socialistas andaluces llevan toda la semana matándose entre ellos y sin articular un frente que erosione a Javier Arenas por medidas tan agresivas como la reforma laboral. La pregunta generalizada es ¿cómo se hace así una campaña electoral? "Las campañas electorales se ganan en el bar del pueblo y los nuestros no tienen ganas de dar la cara por este partido", advierte un exdirigente. Muchos dicen sentir "vergüenza". Las listas no generan ilusión, ni esperanza, ni ganas de dar la batalla. Muchos se han rendido, otros no, pero la imagen del PSOE andaluz es mala. Peor que hace dos meses, que ya es decir.

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