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Guardiola entra en la historia azulgrana

Llegó al banquillo del Barcelona el pasado verano sin apenas apoyos y se ha convertido poco menos que en una imagen venerada en el barcelonismo, donde Pep Guardiola, el técnico ilustrado, ya ha entrado en la salón de la fama azulgrana por la puerta grande tras el 2-6 que su equipo endosó al Real Madrid el sábado en el Santiago Bernabéu.

el 16 sep 2009 / 02:12 h.

Llegó al banquillo del Barcelona el pasado verano sin apenas apoyos y se ha convertido poco menos que en una imagen venerada en el barcelonismo, donde Pep Guardiola, el técnico ilustrado, ya ha entrado en la salón de la fama azulgrana por la puerta grande tras el 2-6 que su equipo endosó al Real Madrid el sábado en el Santiago Bernabéu.

Maltratado e insultado desde un sector del propio barcelonismo, que desde su renovación en 1997 en plenas elecciones enervó a la junta por entonces presidida por Josep Lluís Núñez y a muchos seguidores del club y del ya ex mandatario, que veían en la figura de Guardiola todo lo que no representaba la cultura del veterano constructor metido desde 1978 a dirigir la primera institución deportiva de Cataluña.

Despreciado y tildado de becario y que el Barcelona le iba a ir muy grande, a pesar de haber sido uno de los mejores centrocampistas de toda su historia, Pep Guardiola ha debido luchar dentro de su propia casa contra la indiferencia que despertaba y los temores que suscitó su nombramiento, tras ser destituido a final de temporada su antecesor, el holandés Frank Rijkaard. Sus más acérrimos críticos apuntaron que el nombramiento de Guardiola, campeón de Liga con el Barça Atlétic el año pasado en Tercera división, y con el posterior ascenso a la Segunda B, no era más que una maniobra de la directiva, a punto de recibir una moción de censura en julio del 2008, para parapetarse ante la afición; que Guardiola era poco menos que un escudo protector para el presidente, Joan Laporta, y su consejo directivo.

Al margen de estas luchas cainitas en el barcelonismo, Guardiola, inspirado en la filosofía que un día arraigó hace ya veinte años de la mano de Johan Cruyff, aventuró un recorrido en el banquillo donde no habría margen de duda acerca de su honestidad, profesionalidad y dedicación.

Con la llegada de Guardiola, la dirección del equipo barcelonista entra en una nueva dimensión de la labor en equipo, la colaboración entre diferentes puntos de interés de la propia entidad y el trabajo humilde que, por norma, antes se despreciaba, como el estudio del rival en profundidad, la implicación en la estrategia y docenas de pequeñas cosas que parecían sólo reservadas a entidades de menor altura. Con Guardiola entra por la puerta grande al Barcelona la humildad y el respeto hacia el propio trabajo y al adversario. Guardiola le dedica el mismo tesón a preparar un encuentro contra el Numancia que al del Real Madrid o Chelsea. Y todo ello regado con la sabiduría de sus palabras pero con el compromiso de todos sus futbolistas, a quienes ha solicitado un mínimo: la perseverancia. Es decir, lucha e intensidad hasta el último pitido del partido.

De un equipo en declive, Guardiola ha edificado una máquina perfecta de hacer fútbol y eleva este deporte a un grado de exquisitez sublime, plasmado el pasado sábado en el Bernabéu, aunque repetido en más de una ocasión durante la presente temporada.

recuperación de henry. Guardiola ha logrado recuperar a un Henry que parecía a punto de entrar en la edad de jubilación, a un Eto'o, pichichi de la Liga, que estaba con los dos pies fuera de la entidad, ha dotado a Messi de las armas para ser aún más letal (recibir los balones más cerca del área en lugar de recogerlos en el propio campo), ha incrementado las prestaciones de Xavi e Iniesta, verdaderos iconos del equipo, ha confiado en un Touré excepcional y potenciado a dos perlas nuevas de la cantera: Gerard Piqué y Sergio Busquets.

Es la obra de Pep, inspirada en lo mejor que proyectó hace veinte años Johan Cruyff en el Camp Nou, pero una idea mejorada, si cabe. La incongruencia, que tanta belleza aún no consigue llenar el Camp Nou cada domingo. Pero eso a Pep poco le preocupa, porque sabe que el fútbol que él ha diseñado va mucho más allá que el socio culé tenga a bien ocupar su asiento en el estadio azulgrana. Y en cuanto a resultados, casi ganada la Liga, puede conquistar la Copa y la Liga de Campeones.

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