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Guays del Paraguay

el 19 jun 2010 / 19:14 h.

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Niños paraguayos.

El próximo miércoles, un festival flamenco protagonizado por niños, Quejío Solidario, celebrará en Cajasol los primeros siete años de una fabulosa historia de amor sevillana. Una historia de amor en la que no hay parques, ni poemas, ni besos furtivos, y que comenzó cuando a una muchacha paraguaya llamada Lourdes le dio por contar cosas de su tierra en la casa donde trabajaba.

Refirió que en su ciudad, Encarnación, había cientos de paisanos, niños la mayor parte de ellos, viviendo en el enorme y particularmente asqueroso basurero municipal. Un muladar a cuyo lado cualquier recinto español dedicado a almacenar desperdicios pasaría por el Palacio de Buckingham después del zafarrancho de los sábados: excrementos, basuras inimaginables, restos humanos de los hospitales arrojados sin control.

Las mujeres de la casa, espoleadas por estos relatos de la asistenta y sacudidas por la idea del sufrimiento infantil (ellas, que son tan de familia y tan de reunirse los niños), viajaron al lugar para ver cuánto se parecía a la narración. Y no se parecía: era peor. Mari Ángeles Vega dice haber visto una pierna tirada. Pero lo peor, con diferencia, es una imagen de la que ya no podrá deshacerse jamás (los más sensibles, que salten al párrafo siguiente): un niño semisalvaje abre una bolsa de basura del hospital, saca de ella una placenta y... en fin, aquel lugar no es precisamente el más adecuado para mantener una dieta equilibrada.Las hermanas Vega son siete mujeres de un total de doce hermanos.

Ricas no son, pero sí resueltas. "Cuando vinimos, ya no fuimos capaces de volver atrás", comenta Mari Ángeles, que trabaja de auxiliar en el Hospital de Valme. Con ayuda de unos amigos, las hermanas Vega empezaron a trabajar. Había 320 personas viviendo allí, la mitad de ellos niños. La primera tarea fue sacarles las partidas de nacimiento, confeccionar un censo e implicar a la autoridad. Hicieron 50.000 flores de fieltro y las vendieron por toda Sevilla: con el dinero levantaron un colegio.

Todos los niños están hoy escolarizados. Con ayuda de instituciones y universidades han logrado profesores y la visita de un odontólogo tres veces por semana. Después consiguieron sacar adelante, con el apoyo de Bancaja, un proyecto de alfabetización de mayores remunerado con una beca, para que los adultos no dejaran de ir a clase por vender chatarra. Ayudaron a montar una cooperativa de reciclaje de basura, y con la colaboración de la Diputación de Huelva se llevaron para allá una prensadora, una transportadora y una empaquetadora de residuos. Conforme iban reformando aquel infierno, otros amigos se iban incorporando a la faena.

Para entonces ya habían creado una oenegé: çCrecer con Futuro, que hoy cuenta con 515 socios. Una idea sevillana que pretende restaurar la dignidad de más de 70 familias en situación de extrema marginalidad y con unos ingresos medios, cada una de ellas, de 20 euros al mes. Sacados de la basura, sí, pero todavía queda. Asistir el miércoles al espectáculo de Cajasol será la forma más práctica de ayudar a que el milagro siga adelante.

DE UTILIDAD

Quejío Solidario es un recital flamenco para los niños del vertedero municipal de Encarnación. Los protagonistas: Beatriz Romero (13 años, cantaora, Palos de la Frontera), Sebastián Solé (12 años, cantaor, Málaga), Rocío Luna (11 años, cantaora, Córdoba), El Carpeta (12 años, bailaor de la familia de Farruquito), Cristian de los Reyes (11 años, bailaor de El Puerto de Santa María) y el guitarrista Amós Lora (10 años, Salamanca). Sala Joaquín Turina de Cajasol (Laraña, 4). Entradas a18 euros.

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