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Guía de reincidentes

Dice la autora de este libro, María Prior, que la segunda visita es más importante que la primera. Anaya lanza ‘Volver a Sevilla’.

el 12 jun 2011 / 20:43 h.

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Un paseo por las cubiertas de la Catedral; una forma diferente de conocer el grandioso templo sevillano y un medio para descubrir vistas inéditas del casco antiguo de la capital.

Cuenta María Prior en su guía Volver a Sevilla (Anaya Touring ) que nadie debe extrañarse si, de visita a la iglesia de Santa Ana en Triana, sorprende a un paisano emprendiéndola a puntapiés con el sepulcro del negrito Íñigo López. No es violencia gratuita; sólo son ganas de casarse. Así, plácidamente, de una superstición trianera a unos caracoles en el Pumarejo, de una cenita en el Alcuza a una exposición de la Casa de la Ciencia y de un adobito en Blanco Cerrillo a una puesta de sol desde el Paseo de Colón, pasando por una vueltecita en el tranvía, va desgranando esta escritora sevillana nacida en Gerona las claves de la ciudad oculta tras los decorados de las postales. Una guía no para novatos, sino para quienes ya vinieron, ya vieron las cuatro cosas y ahora quieren la experiencia real de vivir lo auténtico. Y sobre todo, una guía de Sevilla para sevillanos. Con un añadido, que tal vez interese a los amantes de este tipo de curiosidades: es la primera obra de su especie que incluye las setas de la Encarnación . "Tarde o temprano, todos nos sentiremos orgullosos de las setas", vaticina María.

"La segunda vez que vienes a Sevilla es más importante que la primera; es mejor. A partir de la segunda vez empiezas a vivir lo que es esto de verdad: su mezcla, sus contrastes, hasta sus contradicciones...", comentaba ayer la autora. "La primera vez, ves una ciudad bonita, preciosa, sí, pero Sevilla es mucho más que eso." María descubrió Sevilla a los nueve años, y en el recuerdo de la impresión que más vivamente se le quedó grabada de ese encuentro coincide con casi todos aquellos a quienes se le pregunta por lo mismo: "El olor, los aromas. No necesariamente a naranjo; es dulzón, como a especias mezcladas con el frescor de los jardines."

Las ideas que propone María Prior en este libro de Anaya no excluyen los monumentos, ni los barrios típicos, ni nada de lo previsible, pero la aparición de estos elementos tan recurrentes siempre aparece bajo una óptica original que imprime a la sugerencia un carácter muy novedoso: un paseo por las cubiertas de la Catedral, unas fotos de la Giralda desde la terraza del Hotel Eme, unas aceitunitas con su correspondiente cervezón en los soportales del Salvador, tomar el solecito bajo el Puente de Triana y hasta la presentación de la Torre del Oro y la de la Plata como las Torres Gemelas de Sevilla.

Y a partir de ahí, la experiencia hispalense se abre a miles de posibilidades: las tapas servidas en papel de estraza de La Flor del Toranzo (Jimios, 13); una charla en la terraza del Laredo (Sierpes, 90); los artículos de regalo relacionados con las artes escénicas que se pueden comprar en el Teatro Quintero (Cuna, 15); la tumba de Bécquer en ese tremendo sótano que es el Panteón de Sevillanos Ilustres (calle Laraña, Facultad de Bellas Artes); un paseo con visitas incluidas por la Calle de los Tres Conventos (Santa Clara); una noche bohemia entre andaluza y cosmopolita en La Carbonería (Levíes, 18); un desayuno histórico en el macarenísimo bar Plata (Resolana, 2); la ineludible visita al Quitapesares de Perejil (Plaza de Jerónimo de Córdoba, s/n); acabar la noche a base de risas en la Sala Cero Teatro (Sol, 5); comprar un cartucho de pescado frito en las freiduría Sevillana (San Jacinto, 100); no irse de San Bernardo sin comer en Alcuza (Campamento, 29) y en Abantal (Alcalde José de la Bandera, 7); y, entre otras muchas arengas deliciosas, la de paladear la Sevilla romántica, la decimonónica, la de los parques...

"Sí, me encanta esa faceta", confiesa María Prior. "Es curioso. Sevilla parece siempre como si fuese el pasado lo que impera, y de pronto te mete el tranvía por la Avenida de la Constitución. Eso pasa porque es misteriosa, seductora y liberal, y sobre todo muy suya: no le gusta que la aten". Un libro, en definitiva, ideal para que se lo regale alguien al nuevo alcalde y para inspirar paseos, amores, recuerdos, hallazgos y razones por las que encontrarle a cada nuevo día una aventura o un placer ignorados. "Las mañanas de verano muy temprano, cuando aún no hace calor, o los atardeceres de invierno." Por ejemplo.

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