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Guía para estrellar los proyectos estrella

El Colegio de Arquitectos organiza un acto en el que miembros de su consejo consultivo abogan por derribar las setas y la biblioteca del Prado. Vaticinan que la torre Pelli no se hará

el 16 mar 2011 / 21:33 h.

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Los arquitectos Sáseta, Núñez, Del Río y Mendoza, ayer, en la Fundación Fidas.

Los arquitectos volvieron ayer a arremeter contra los proyectos estrella de la ciudad: el Metropol Parasol de la Encarnación, la torre Pelli y la biblioteca del Prado, pero esta vez dieron sus recetas para reciclar estas "agresiones" y "catetadas", aunque para algunos de ellos este reciclaje pasa directamente por el derribo. Sin medias tintas ni ideas imaginativas.

El Colegio de Arquitectos organizó otra mesa redonda, con miembros de su nuevo consejo consultivo, sobre la nueva arquitectura de la ciudad en el que pocas voces discordantes se oyeron. Ante un escaso auditorio, las paredes inclinadas del pabellón de Finlandia fueron testigos de nuevas críticas a los proyectos de Jürgen Mayer, César Pelli y Zaha Hadid. O más bien a la elección de sus ubicaciones y a la gestión de la obra, como en el caso de la Encarnación, ya que poco debate hubo sobre los aspectos arquitectónicos propiamente dichos.

Fernando Mendoza, arquitecto restaurador miembro del consejo consultivo del Colegio de Arquitectos, abrió la veda: "La torre Pelli es un vulgar edificio de oficinas". "Es una agresión al conjunto histórico y va en contra de la ley de patrimonio", dijo, pese a que ningún tribunal así lo ha dictado. "Yo haría en el agujero la mayor piscina de olas de Europa", ironizó tras señalar que recuperaría un proyecto con 68.000 metros cuadrados de edificabilidad, con uso comercial, hotelero y de ocio para no congestionar más la zona en las horas punta.

Para las setas de la Encarnación pidió dos auditorías, una sobre el coste total y sus desviaciones y otra sobre la seguridad del edificio y "las lamas". "Recuperaría el espacio público de las plazas y demolería la seta junto a la fuente y el puente" sobre la calle Imagen. Para la biblioteca de la Hispalense, su receta es sencilla: la demolición y la recuperación del jardín.

El arquitecto Antonio Sáseta, miembro también del consejo consultivo del Colegio, apostó por destruir las setas. "Acabaríamos con un mal negocio y lo convertiríamos en un jardín, que es lo que debió ser". A su juicio, no se deben terminar ni dejarlas como están porque "son el resultado de la mediocridad y nos recordarían algo muy triste".
"Es una privatización del suelo total, una gran estafa al pueblo sevillano", afirmó tras defender que no entiende cómo se puede "hipotecar así" a los sevillanos "por mantenerse en el poder".

La biblioteca del Prado tampoco la terminaría y sí utilizaría la antigua Fábrica de Tabacos para los servicios centrales de la Universidad. "Hay que recuperar el jardín", indicó antes de comentar que los terrenos de la torre Pelli también deberían destinarse a un jardín. Otro más.

José Núñez, arquitecto, exconsejero de la Junta y exdelegado de Urbanismo con el PA, fue más racional a la hora de analizar qué hacer con las setas: "No creo que el gobierno que llegue deba gastarse más dinero ahora para tirarlas. No sé si hay que dejar que se caigan solas o se suelten los tornillos". Tras criticar también la privatización de espacios, sentenció que coleccionar Guggenheims o Calatravas ya "no sirve para nada". Antes, sus compañeros destrozaron lo que llaman "falsa modernidad" y pidieron que no se contraten a arquitectos internacionales "que quintuplican los presupuestos".

El decano, Ángel Díaz del Río, se encargó de matizar que todas ellas eran opiniones "personales".

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