Candidatos. Una perogrullada dirán algunos. Pues no. Sorprendentemente hay muchos andaluces que confiesan que no saben quién es el presidente de la Junta o el líder de la oposición (¿cómo lo consiguen?). Así que comencemos por el principio. A estos comicios no se persona la jueza Mercedes Alaya. Es cierto que en estos días de campaña ha oído hablar más de ella y de las acusaciones del exdirector de Trabajo Francisco Javier Guerrero contra altos cargos del Gobierno andaluz que de cualquier otro tema, como por ejemplo las recetas de los partidos para frenar la sangría del paro. Es lo que pasa cuando se llama a declarar a un imputado en periodo electoral. Tampoco encontrará el nombre de Antonio María Rouco Varela en lista alguna (aunque sí hallará parte de su ideología en algún programa electoral). Es el jefe de la Iglesia española y, como a cualquier padre de familia, le encanta decirle a su prole lo que tiene hacer... y votar. En su pastoral electoral para el 25-M los obispos andaluces recomiendan castigar la corrupción y la mentira, así como la mentalidad de "la dádiva y la subvención" (igual que Martínez de Irujo). También ruegan a sus fieles que voten contra el aborto, el matrimonio homosexual y la eutanasia. Eso sí, no han dicho nada sobre qué hacer con aquellas instituciones que no pagan impuestos merced a históricos acuerdos. Pero Rouco tiene razón: no le dé su voto a quien tolere la corrupción, ya sea con los ERE, el urbanismo (muy habitual por la costa andaluza) o con los trajes regalados; sobre todo lo demás haga lo que le dé la real gana. Tampoco se presentan los sindicatos, en especial CCOO y UGT, aunque por las muchas descalificaciones que están recibiendo estos últimos días cualquiera lo diría. Ah, ni Zapatero.
ERE o recortes. No espere que ni un solo candidato le diga qué va a hacer para reactivar la maltrecha economía andaluza y evitar que la cifra de 1.248.500 parados siga creciendo inexorablemente. Ni mucho menos cómo piensa reducir la deuda pública, dónde tendrá que meter la tijera para dejar el déficit en el 1,5% a final de año y cómo eso le afectará a su bolsillo y a su calidad de vida. O de la educación, la sanidad, el I+D+i... No sea iluso. Aquí han venido a hablar de sus libros, que para unos es la trama de las presuntas irregularidades en los expedientes de regulación de empleo, más conocido como el caso de los ERE; y para otros los recortes consumados -y los que te rondaré, morena- así como la reforma laboral. Si quiere saber más, espere al 26-M.
Izquierda Unida. A final de la campaña, cuando se publiquen las últimas encuestas, puede que escuche a algún dirigente socialista tirarle los tejos a Izquierda Unida. O a algún político popular lanzar más de un piropo al partido de Juan Manuel Sánchez Gordillo. No, no estará delirando. Son las cosas de los números. El PP necesita 55 diputados para además de ganar, gobernar. Si los sondeos otorgan a Arenas mayoría absoluta, aquí no hay nada de qué hablar. No asistiremos a alianzas contranatura, tal y como ocurrió en Extremadura con el acuerdo PP-IU en las elecciones de mayo. Pero si las encuestas dejan a los populares por debajo de los 55 escaños, aquí hay tomate. Arenas tendrá que buscar un socio si quiere pintar de azul todo el mapa autonómico. Y además abre la puerta a un (complicado) pacto PSOE-IU. Así que, estimado votante, prepárese porque Pepe, Javi y Diego van a por usted.