Cultura

Guillermo Fesser relata la vida rural 'A cien millas de Manhattan'

"Este es mi primer libro en tapa dura, así que debe ser importante", confiesa Guillermo Fesser, feliz de tener en sus manos su nueva aventura literaria, A cien millas de Manhattan (Aguilar).

el 15 sep 2009 / 07:32 h.

"Este es mi primer libro en tapa dura, así que debe ser importante", confiesa Guillermo Fesser, feliz de tener en sus manos su nueva aventura literaria, A cien millas de Manhattan (Aguilar). Con el libro, el escritor y 50% de Gomaespuma está dispuesto a demostrar que los norteamericanos "son una gente extremadamente original".

Emborrachado por el éxito de Gomaespuma, cansado después de dos décadas de agotador trabajo radiofónico y televisivo y con los bolsillos bien llenos gracias al guión de la primera entrega cinematográfica de Mortadelo y Filemón, Guillermo Fesser decidió tomarse un respiro, un año sabático en el que desaparecer (o casi) del mapa para abordar con optimismo renovado el futuro.

Así al menos lo cuenta el protagonista y culpable de que A cien millas de Manhattan sea actualmente uno de los libros más leídos. Y fue justo allí, en medio de un desconocido pueblecito de Nueva York, "de esos a los que jamás van turistas", a donde fue a parar Fesser. Y no por casualidad: "Es el pueblo de mi mujer, una pequeña villa en el inmenso estado de Nueva York". "Dicen que la vida laboral son 40 años así que quise hacer un parón a la mitad para reflexionar con calma cómo iba a ser la otra mitad".

En el fondo -confiesa - iba a aprovechar su estancia para escribir el guión de la que fue su primera incursión en el cine, Cándida (2005). Allí, apartado de la "civilización española" empezó a descubrir amigos con los que descubrió una marea de historias fascinantes. "Para conocer realmente a las personas hay que quitar del medio los estereotipos", advierte el autor, por eso, casi sin darse cuenta, se vio enfrascado en la tarea de desnudar de clichés a la muy caricaturizada sociedad norteamericana.

A cien millas de Manhattan, Fesser conoció a Steve Mosto, músico de vocación, que cada mañana trabaja desde hace más de veinte años en los dominios del vapor, en el subsuelo de la Gran Manzana. "A cien millas de Manhattan se contempla una América distinta y sorprendente llena de héroes anónimos", dice un escritor que no oculta su amor por un pueblo del que "a menudo, sale más a relucir lo malo que hacen sus gobernantes, antes que la grandeza de su sociedad". "Creo que en Estados Unidos este libro se podría vender muy bien porque muchas de las cosas que cuento, los propios norteamericanos no tienen ni idea de que existen. Muchos de los americanos no saben que siglos atrás miles de esclavos aprovecharon el silencio de la noche para lanzarse a una odisea en busca de la libertad", señala un Fesser que fusiona la poesía con sus vivencias.

Los capítulos se encuentran divididos en meses del año porque según el periodista, América, en general, se mueve al ritmo que le marcan las estaciones. "Allí te das mucha cuenta de cuando es verano, otoño o primavera; además las recibes con ilusión, sobre todo, cuando lleva nevando meses y ves salir las primeras flores".

Fesser cree que la sociedad estadounidense es una mezcla de vida rural, diversificación y continuo movimiento, y en eso es más divertida que la europea. "Creo que lo que resalta en Estados Unidos es encontrarse dos cosas iguales", afirma. Una de las cosas que más le llamó la atención fue que, "en pleno siglo XXI, en los rascacielos de Nueva York se haga vida de corrala y todo el mundo tenga la puerta de su apartamento abierta todo el día". Por otra parte, Fesser recalca la "ingente influencia" de España en Estados Unidos. Empezando por el dólar, "que era una moneda española", hasta un sinfín de costumbres, "como el roscón de reyes". "Además, California es un calco exagerado de España, en clima, paisajes etc... Eso sí con casas más al estilo parque temático".

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