Los representantes de las principales instituciones vascas y de todos los partidos políticos democráticos volvieron ayer a responder unánimemente al último ataque de ETA. Se concentraron frente al Ayuntamiento de Durango (Vizcaya) para condenar el atentado contra la sede socialista de esta localidad en un acto convocado por el consistorio. La unanimidad volvió a ser la noticia.
La presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, dijo que el atentado no fue perpetrado "contra el Partido Socialista", sino "contra todos los vascos de bien que estamos hartos y queremos que esto se acabe". En el mismo sentido habló el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que dijo desde Italia que mantendrá la "lucha sin cuartel"contra la banda terrorista.
La bomba, compuesta por tres kilos de cloratita, explosionó sobre las doce de la noche, cuando la Ertzaintza ya había desalojado los inmuebles adyacentes gracias al aviso de un vecino que presenció cómo una persona encapuchada, al parecer un varón, colocaba un paquete junto a la Casa del Pueblo. No se registró ninguna llamada previa de aviso de colocación del explosivo.
La deflagración, además de importantes daños en la sede socialista y en los inmuebles de los alrededores, causó también una peligrosa fuga de gas, que tuvo que ser atajada por técnicos especializados, lo que demoró el retorno de los vecinos a sus viviendas durante varias horas. Tras este atentado, el lehendakari, Patxi López, advirtió a la banda ETA de que "a cada bomba que pongan, menor será el tiempo que quede para su final" y dejó "muy claro" que el Gobierno Vasco va a aplicar "toda la fuerza del Estado de Derecho y todos los recursos de la ley para acabar con ellos".
El consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, insistió en este planteamiento y aseguró que el "único camino" que le queda a los terroristas es "dejar definitivamente la violencia", y mientras esto no ocurra usará "todos los medios" a su disposición "para perseguir a los terroristas y detenerlos cuanto antes".
