"Ellos van a hacer sus ocho horas, pero a la que parten por la mitad es a una" asegura una señora tras esperar el autobús y luego el tranvía. "Lo que piden no es para ellos, es por los ciudadanos", le replica otra que, pese a las contrariedades, apoya las reivindicaciones de los trabajadores de Tussam. "Han estado dos meses repartiendo panfletos, si la gente se lo hubiera leído, sabría de qué va la cosa", sentencia la señora.
Conversaciones como ésta se repetían una y otra vez en las paradas de Tussam, o en el interior de los autobuses, muchos de ellos atestados de usuarios que tuvieron que armase de paciencia. Lo peor fue por la mañana, donde las esperas fueron de hasta "una hora".
"El 70% de los compañeros del trabajo han llegado tarde esta mañana", dice Marisa en la parada del 24 en Ponce de León. Junto a ella Concepción apuntaba que la vuelta a casa también se estaba complicando, "y tengo que llegar a tiempo porque mi marido se va a trabajar y tengo que quedarme con mis tres niños".
Una de las opciones que han tomado los usuarios es ir en coche por la mañana al trabajo. "Mi marido me ha llevado y ahora me vuelvo en el autobús", decía una señora mientras esperaba pacientemente los 30 minutos que tardaría en llegar el 37 a la parada del Prado.
Eso o coger un taxis, "pero no podemos pagarnos uno todos los días, ¿entonces para qué vamos a trabajar?" se preguntaba Mercedes, mientras otra señora sugería a su lado que "hicieran la huelga en el servicio de Feria, porque así no afecta a las personas que tenemos que ir a trabajar". La mejor solución "salir una hora antes de casa".