Se han cumplido cien años de la grabación de los primeros diez discos de la Niña de los Peines, con veinte cantes en total y la guitarra del maestro de la época, el madrileño Ramón Montoya. El día 15 de marzo de 1910 aparecía una nota en Época, diario de la capital de España, anuciándolos de esta manera tan peculiar: "La célebre cantaora Niña de los Peines ha impresionado una colección de discos, que un buen gramófono con la marca Ureña, Prim, 1, es el mejor regalo para los pepes y las pepas".
Interesante documento de hemeroteca, sin duda, de la que ya era la gran figura del cante gitano, jondo o flamenco.Alguna vez se ha hablado y escrito de los discos de Pastora, de pizarra, de una sola cara, pero hasta el momento no se ha visto ninguno. Estos discos se llaman monofaciales, en los que impresionaron sus voces la Rubia Santisteban, el Mochuelo, el Niño de Escacena y otros muchos. La Niña de los Peines fue la que estrenó el disco de dos caras en la primavera de 1910.
Esta primera colección de discos de Pastora, de Zonophone, se grabó los días 19 y 20 de diciembre en la capital de España, por parte del ingeniero Artur S. Clarke. Pastora eligió a Ramón Montoya, el más grande de aquella época, aunque ya había cantado con el gaditano Habichuela y con otros importantes guitarristas flamencos.
Grabó veinte cantes en sólo dos días, lo que demuestra que era una cantaora larga y segura. Tenía sólo 20 años de edad pero ya llevaba cantando más de la mitad de su vida desde que un día de 1898, su hermano Arturo se emborrachó y no pudo cumplir un contrato en la Feria de Abril.
La madre de la niña, Pastora Cruz Vargas, de Arahal, se fue enseguida a ver al encargado de la caseta y le dijo: "Mi Arturo no puede cantá, pero tengo a mi Pastorita, de sólo 8 años, que es ya una reina del cante gitano". La dejaron cantar en lugar de su hermano y maravilló.
En aquellos primeros discos de pizarra, de 25 centímetros de diámetro, 78 revoluciones por minuto y etiqueta granate, la cantaora grabó tarantas, farrucas, tientos, bulerías, malagueñas, sevillanas, soleares, tangos, cartageneras, peteneras y seguiriyas.
En los estilos levantinos, su influencia de don Antonio Chacón es más que notable. Lo demuestra en las cartageneras De noche y día, que consta como taranta, y Son desabríos, que aparece como malagueñas estilo de Chacón. Fue una de sus primeras referencias, porque siendo muy niña ya pudo escucharlo en Sevilla, donde el genio jerezano vivió desde 1886 hasta principios del siglo XX, en que se afincó en Madrid. En algunas entrevistas, cuando le preguntaban por sus maestros, destacaba a Chacón.
Se nota también la influencia del enigmático Manuel Torre. Pastora canta sus farrucas y seguiriyas, aunque también se le nota en este último cante, la seguiriya, gran influencia de Chacón. En Si yo supiera la lengua, por ejemplo. En otros estilos, como las peteneras y las sevillanas, descubrimos otras notables influencias, como las del Niño Medina o Escacena.