Cofradías

«Hacer una corona sería, en este momento, una ofensa a los pobres»

el 17 feb 2010 / 23:03 h.

El arzobispo Juan José Asenjo.

-¿Una vez que las ha conocido en corto, se corresponde la realidad de las hermandades sevillanas con la imagen que usted tenía de ellas?
-Yo no he encontrado diferencias apreciables en los aspectos sustantivos con las hermandades de Córdoba; si acaso las manifestaciones procesionales pueden ser más barrocas o estéticamente más brillantes, pero en cuanto al meollo de la piedad popular sevillana y cordobesa no he encontrado diferencias cualitativas. 


-Quizás el recibimiento que le dispensaron los cofrades sevillanos en un primer momento no fue muy caluroso.
-Bueno, yo no tengo ninguna queja con respecto a las hermandades como tales. En todas partes, y ya he presidido numerosas funciones y eucaristías de reglas, he sido recibido cordial y afectuosamente. Mi balance en relación con el Consejo de Cofradías de la ciudad o los consejo de los pueblos y ciudades es más que positivo y estoy muy agradecido de la acogida de la que he sido objeto.


-Me refería al triste episodio del pregón.
-Bien, eso es agua pasada que no mueve molino. Es verdad que aquellos días yo lo pasé regular pero no guardo resentimiento.


-¿Le molestaba leer esas informaciones que interpretaban su nombramiento como coadjutor como una conspiración contra el cardenal Amigo?

-Pues sí, me extrañaba y me preocupaba e incluso me hacía sufrir. Algunas de las apreciaciones que yo leía me parecieron injustas, pero tampoco fue un fenómeno desmesurado. El cardenal y yo mismo contribuimos a deshacer ese género literario afirmando lo que en realidad era.


-¿Qué le ha sorprendido más gratamente de las hermandades sevillanas?

-Tengo que decir que en Sevilla me he encontrado con unos laicos, es decir cristianos seglares, de muchísima calidad, que podríamos catalogar como canela fina. También me ha llamado la atención el volumen de lo que constituyen las obras sociales y caritativas de las hermandades, que es un dato muy apreciable sobre todo en estos momentos en que tantos hermanos nuestros lo están pasando mal como consecuecia de la crisis económica o del desastre gigantesco de Haití.


-De todos los caminos que conducen a Dios, ¿el de las cofradías escoge la línea recta o la elíptica?
-Creo que es un camino tan digno y tan apreciable como cualquier otro. Pertenecen un poco a la entraña de este pueblo andaluz. En los años posteriores al Concilio hubo tal vez la tendencia a calificar estas instituciones como una especie de subproductos religiosos o productos religiosos de menor calidad. A mí me parece que son apreciaciones injustas. Un obispo responsable y sensato no puede descalificar a estas corporaciones, sino que tiene que quererlas, apoyarlas y acompañarlas hasta donde le sea posible.


-¿Algún mensaje para las tres hermandades que aún no permiten la salida de nazarenas?

-Yo respeto las decisiones soberanas de las hermandades en todo lo que respecta a su organización interna y no afecte a temas doctrinales y morales. Ellos son soberanos a la hora de darse sus propias normas. Pero dicho esto tengo que decir que en estos momentos pues parece claro que es una conquista de la civilización en el siglo XX la conciencia de la igualdad radical entre el hombre y la mujer. Yo no quiero interferir en la vida interna de las hermandades, pero tengo que decir que he acogido con gozo y con alegría la decisión de la hermandad del Gran Poder.


-¿Cuál es, a su juicio, el lugar idóneo para que procesione la hermandad de la Resurrección?
-No me atrevería a opinar sobre esta cuestión. Carezco de datos. Las noticias que tengo al respecto son casi por la prensa, puesto que a mí no me han presentado la sustancia de la cuestión. La hermandad de la Resurección, por definición, es una hermandad de Resurrección y tendrá que procesionar al hilo de la celebración de la vigilia pascual, a lo largo de la noche pascual o del domingo de pascua, en principio. Pero repito, no quiero hacer un pronunciamiento definitivo ni que esto signifique una posición oficial del Obispado.


-¿Ha contestado ya al recurso presentado por el candidato electo en la hermandad del Dulce Nombre?
-Pues no, porque tengo tres meses para contestar y casi preferiría relegar la contestación a las semanas posteriores a la celebración de la Semana Santa. No quiero que este asunto interfiera en la celebración gozosa, pacífica y serena de la Cuaresma.

-¿Cómo valora la respuesta de las hermandades sevillanas a la catástrofe de Haití?
-La valoro muy positivamente. La respuesta, en líneas generales, ha sido muy generosa, podríamos decir que hasta emocionante.


-El Cachorro saldrá por Triana para pedir por Haití.
-Me parece una iniciativa preciosa. No basta con venerar el rostro hermosísimo del Cristo del Cachorro si después nos olvidamos de esos otros rostros lacerados por el dolor, el hambre y la pérdida de seres queridos que son nuestros hermanos de Haití.


-¿Le decepcionó que el Cachorro no fuese a Madrid?
-Bueno, pues... no me ha decepionado. Hombre, no oculto que me hubiera gustado que hubiera ido, pero las razones que me ha dado el hermano mayor son poderosas y están apoyadas en informes técnicos. No puedo sino respetar la decisión.


-¿Y hay posibilidad de que alguna otra imagen sevillana vaya al Viacrucis de la Jornada Mundial de la Juventud en agosto de 2011?

-Sé que ha habido contactos y reuniones con los organizadores y me imagino que sí va a haber una imagen significativa de la Semana Santa sevillana en la Castellana de Madrid.


-Se va a estrenar como obispo con una nueva hermandad en Campana.

-Es una buena noticia para estos hermanos. Guardo un recuerdo estupendo de una eucaristía que les celebré en la parroquia de San Diego de Alcalá. Me alegro de que este año puedan incorporarse a la Carrera Oficial.


-En menos de un lustro tres nuevas hermandades se han incorporado a la nómina de la Semana Santa. ¿Es usted partidario de seguir ampliando la Semana Santa con el encaje denuevas cofradías?

-Yo no me atrevo a decir una palabra al respecto, porque me imagino que aquí intervienen factores relativos a la seguridad, capacidad de organización. Es algo que escapa a mi jurisdicción y a mi conocimiento. Mi deseo es que procesionen todas las que puedan procesionar. También quiero decir que, siendo importante en la vida de una hermandad la manifestación externa y el testimonio público de fe, tampoco es lo último ni lo más importante. Lo decisivo es la vida interna: las tareas de formación, la oración en común, el incremento de la vida cristiana, el apostolado y el servicio a los pobres. Todo lo demás: estética, mantos, bandas de cornetas y tambores, capirotes, todo eso es muy bonito, pero no constituyen el último sentido de estas celebraciones.


-¿Cuándo va a dejar de ser administrador apostólico de Córdoba?
-Tengo la impresión que pronto, muy pronto. Gracias a Dios pronto Córdoba tendrá un nuevo obispo. Espero que en unas semanas pueda tomar posesión y yo me podré dedicar totalmente con alma, vida y corazón a Sevilla, que es lo que procede en estos momentos, por muchas razones: primero, porque Sevilla es una de las grandes diócesis de la Iglesia y se merece un obispo dedicado a tiempo entero y luego por mí mismo porque el año que he vivido ha sido un año de muchísimo empeño, esfuerzo y cansancio.


-Le hemos leído en algún mensaje a las hermandades cordobesas que usted no es muy amigo de las subveniones.

-Quiero ser equilibrado. No me opongo a las subvenciones, pero que sean unas subvenciones moderadas y que no hipotequen la libertad que deben tener estas instituciones en su funcionamiento interno y en su proyección externa. El depender directamente de las subvenciones recorta la libertad evangélica que tiene que tener una institución. Es preferible ser más pobres pero ser más libres.


-Sevilla siempre ha sido durante mucho tiempo sede cardenalicia... ¿Piensa en la púrpura?
-Bastante tengo con vivir el día a día y cumplir lo más diganamente que pueda con la misión que se me ha encomendado. Lo que haya de suceder dentro de cinco o seis años, eso sólo Dios lo sabe. De cualquier forma, Sevilla tiene que saber que mientras el señor cardenal Amigo Vallejo sea elector, y lo es hasta los 80 años, nada de aquello por lo que tú me has interrogado es planteable.


-¿Mantiene una relación directa con el cardenal Amigo?

-Mantengo una relación cordial, fraterna y amistosa. En los meses en que colaboré con él la relación fue excelente. Fue para mí un hermano, un padre y un amigo. No tengo más que motivos de gratitud por la acogida que me dispensó y es la misma acogida que yo quiero dispensarle cuando venga a Sevilla. Nos llamamos con cierta frecuencia, cada diez días más o menos.


-¿Veremos al cardenal pronto por aquí? ¿Para Semana Santa, quizás?

-Es posible que venga pronto sí, no quiero desvelar secretos.


-¿Su gran obsesión son las vocaciones?
-La Iglesia en España y en el mundo occidental está viviendo un largo invierno vocacional. En Andalucía, gracias a Dios, no es que podamos cantar victoria pero tenemos seminarios muy presentables. No obstante, sería deseable en Sevilla que se duplicara el número de seminaristas para poder atender bien a nuestras propias necesidades y para poder compartir nuestros dones con otras diócesis cercanas o lejanas. La pastoral de las vocaciones y los jóvenes van a ser para mí una verdadera prioridad.

-¿Deben contribuir las hermandades con un porcentaje fijo de sus presupuestos al Fondo Común Diocesano?

-Así está legislado, pero ocurre que no todas contribuyen. Cuando vienen las juntas de gobierno a visitarme les hablo de la eclesialidad y del amor a la Iglesia, no en el sentido de la contribución al Fondo Común Diocesano sino más bien en cuanto a su inserción en las parroquias y en la diócesis. Un dato que abona el amor a la Iglesia es cuando contribuyen con la cantidad que está estipulada. En este sentido, sí quiero decir que la diócesis de Sevilla no es una Iglesia rica. Potencialmente lo es, tiene edificios fantásticos, iglesias de una belleza llamativa, pero la Iglesia en Sevilla es una Iglesia que anda muy justita para retribuir modestamente a los sacerdotres, mantener el seminario, el riquídimo patrimono que hemos heredado, construir nuevos templos y servir a los pobres. Toda ayuda que nos llegue, por ejemplo la de las hermandades y cofradías, es bienvenida y necesaria.


-Las hermandades dicen que ya contribuyen con el mantenimiento de sus templos.

-Creo que el espíritu de la norma no es ése.


-¿Le he oído decir que abordar la ejecución de una gran obra patrimonial en este momento sería una ofensa a los pobres?

-Bueno, no exactamente. Yo lo que sí he pedido a las hermandades en estos momentos de emergencia nacional es que se planteen si es el momento de renovar su patrimonio. Una corona para una coronación, que importa una cantidad desorbitada, en estos momentos sí que puede ser una verdadera ofensa para los pobres.


-Ha dicho que habría que "disciplinar" las coronaciones.
-Más de una coronación al año sería un poco trivializar estos actos litúrgicos. En todo caso, estoy dispuesto a coronar aquellas imágenes cuyos titulares, hermandad o pueblo, tengan un buen proyecto de carácter pastoral. Es decir, que la coronación sirva para remover los cimientos religiosos del pueblo, a través de una misión, de planes especiales de formación y desde luego una obra social consistente, sea aquí o en el tercer mundo. Ahí es donde digo que el dinero que habríamos de destinar a una corona, al menos el 50% hay que destinar a los pobres.

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