Cultura

Hagan juego

Espacio California, en la calle Sol, lo apuesta ‘Todo al rojo’ en una exposición de trabajos recientes de Srger.

el 28 feb 2015 / 16:00 h.

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Por Pablo Navarro (Suplemento Aladar) rojo1 Una de las obras de la exposición. Foto: El Correo Exponer siempre supone un reto para cualquier artista pero resulta aún mayor cuando la trayectoria del mismo se desdobla entre la calle y la galería. La de Srger se configura desde el grafiti, siendo uno de los escritores más originales de la ciudad, y el estudio, donde desarrolla una actividad que abarca diversos campos como la fotografía, la instalación, el diseño o la pintura. Ambos aspectos confluyen en sus obras por lo que quizás, cuando uno ve los resultados, surge la duda de cuánto hay de cada ingrediente en lo que vemos. La presentación del trabajo como apuesta se podría leer en varias líneas. En primer lugar, un paso hacia delante para exponer sus últimas creaciones en solitario, puesto que lo que había venido exhibiendo hasta el momento había sido formando dupla con Lolo, con quien ha estado desarrollando un interesante mezcla entre la figuración y la geometría. Por otra parte, está el guiño a los colores rojo, azul y amarillo como elementos del medallero olímpico, su asociación con el concepto de tiempo y la posible representación gráfica del mismo. Lo primero que salta a la vista es la renuncia a desarrollar sus creaciones dentro de los límites acotados del lienzo o el papel, por lo que muchas de las obras se ven complementadas con trazos que se extienden por las paredes. Las propuestas de Srger tienden puentes, juegan con el lugar en el que se enmarcan: junto a una columna surge otra y los huecos hacen las veces de marco de las composiciones. Un juego de mímesis y dotar de nuevos usos que sobrevuela el trabajo expuesto, donde la reflexión sobre el espacio en el que se van a mostrar se configura como el punto de partida. El binomio crear-destruir, algo muy presente en el grafiti donde las obras no perduran sino que envejecen y se van deteriorando para ser sustituidas por otras, junto a la geometría y los colores primarios son el caldo de cultivo a partir del cual surgen las diferentes propuestas. O y A son dos grandes lienzos en los que se crea una gran profundidad usando colores planos en torno a un estudio de la tipografía contundente, que casi tenemos que jugar a adivinar. Una foto y nos vamos es una composición de 112 fotografías en la cual llama la atención la capacidad de encuadrar, de generar espacios y formas nuevas mediante una instantánea desde un determinado ángulo o el uso de unos leves trazos. Elementos de la ciudad que son dotados de nuevos usos –cuando rara vez aspiraron a algo más que tener la función de mero ingrediente del urbanismo– se combinan con instantáneas de piezas que ahondan en el lenguaje de la muestra pero están situadas en su contexto idílico, lugares abandonados. No faltará quien hable de la deriva urbana, pero este tipo de trabajos es fruto de la observación detallada del entorno y su documentación como fuente de inspiración o soporte para una futura intervención callejera. El mural se conjuga con la instalación en Café solo, que bien nos podría hacer referencia al tiempo como elemento de separación entre un momento y otro. Un solo segundo en el que algo puede cambiar de manera irremediable y decisiva. Srger lo sabe y no pierde la ocasión de ahondar en diferentes pruebas a partir de formas primarias o prismas que son fruto de estas. La ausencia de variedad cromática se suple con las diferentes texturas que dan los rotuladores, pinceles o sprays utilizados a diferente grosor. Dada la división creativa entre exterior-interior, una de las cosas más valoradas por el autor es poder acometer instalaciones, que tienen un importante peso específico en el global. Sagrado surge por juego con la arquitectura del contenedor, pero también nos evoca a la forma más primitiva del tótem, que Srger descontextualiza construyéndolo con ladrillos de obra y decora con los colores que forman el armazón de todo el discurso. Triángulo rectángulo parte de una serigrafía que es intervenida para crear obras únicas, diferentes pruebas, ensayo y error para buscar nuevos caminos que son mostradas junto al original. Resulta evidente la evocación que surge con Moholy Nagy, Malevich o Lissitzky pero también es apreciable cómo las obras se esparcen, salen del marco creando una sensación orgánica que queda más lejos de estos referentes. En suma, Todo al rojo nos muestra la parte más visible del trabajo de Srger, pistas que nos hablan de su actitud dentro y fuera. Sus obras, aunque se exponen dentro, irremediablemente miran hacia fuera, buscando encontrar espacios con los que interactuar o crear elementos, documentarlos o sencillamente ilustrar su deterioro y destrucción. Para complementar la visión es recomendable estar atento cuando se pasea, mirar hacia donde no solemos hacerlo, porque su estilo es inconfundible.

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