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Hanan Ashrawi: "El avance islamista no frenará a las mujeres árabes"

Esta política palestina participó en el ciclo ‘Mujer y Política’ de la Escuela Andaluza de Economía donde habló de la búsqueda de la justicia y la valoración de la mujer palestina.

el 01 ene 2012 / 20:45 h.

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Hanan Ashrawi (Nablus, 1946) es miembro del parlamento palestino y ha pasado estos días por la Escuela Andaluza de Economía para contar su experiencia como mujer, palestina y política.

-Usted ha sido una mujer importante en la política palestina. ¿Se ha sentido apoyada por su familia? Es, además, la única mujer que se conoce internacionalmente. ¿No hay más?

-He sido muy afortunada por el apoyo de mi padre y mi familia, que fue un fuerte defensor de los derechos de las mujeres en los años 30. Él crío a sus cinco hijas para que tuviéramos confianza e independencia en nosotras mismas, sin aceptar imposiciones. También me he casado con un hombre maravilloso que defiende a capa y espada la igualdad de hombre y mujeres. En cuanto a la segunda pregunta, sí que hay bastantes mujeres palestinas en activo, pero nunca son suficientes. Yo he llegado a lo más alto, pero hay muchísimas mujeres en Palestina que están en lo público: cinco ministras, 17 parlamentarias, 22 magistradas... tenemos mujeres en la sociedad civil, alcaldesas, gobernadoras...

-Yendo a la actualidad, ¿cómo valora la reciente descongelación de los fondos palestinos por parte de Israel?

-La mentalidad de la ocupación se basa enteramente en eso. En el robo de la tierra, en el robo de los recursos, incluso el robo de nuestra cultura y ahora el robo de nuestro dinero. Esos fondos son palestinos, no israelíes, pese a que Israel controla nuestras fronteras, y, como poder ocupante, los ingresos de aduana y medidas impositivas. Ese robo es una forma de chantaje político. El mundo entero les repite que es ilegal, que es una violación de los acuerdos. Lo que han descongelado son dos tercios de los fondos palestinos, con lo que no podemos pagar los salarios de los funcionarios y policías en su totalidad. Se trata de una manipulación como potencia ocupante para meternos presión y obtener concesiones.

-¿La frustración en Palestina se puede traducir en una rebelión interna, como ha ocurrido en países vecinos, desde Túnez a Siria?

-Desde 1987, cuando comenzó la primera Intifada, se forjó la solidaridad interna del pueblo palestino y esto nos ayudó a crear las futuras instituciones palestinas. Los mismos valores y objetivos que nos marcamos en los años 80 e incluso antes son los mismos por los que claman los pueblos árabes con su rebelión. Los levantamientos contra las dictaduras y la injusticia lo son por cosas que siempre hemos reclamado [en la OLP]. En cuanto a si puede haber una rebelión interna, nosotros hemos celebrado tres elecciones justas y libres, y la gente puede cambiar a los líderes que no les gustan, todo esto pese a estar bajo condiciones de ocupación y división, y sin embargo con respeto a las libertades fundamentales y los derechos humanos. Toda la Primavera árabe y lo que ha suscitado supone una fuente de esperanza para el pueblo palestino.

-Hace 30 años era habitual ver vestidas a la europea a las mujeres de Oriente próximo. Ahora esa imagen no es tan habitual. ¿Se está produciendo un retroceso? ¿El movimiento de la Primavera árabe está contribuyendo a pararlo?

-Estamos en un periodo de transición, y todas las transiciones son inestables e imprevisibles. Pero la Primavera árabe está alentada principalmente por mujeres y jóvenes como fuerzas democráticas. Es una oportunidad para la gente para desafiar las restricciones y las tradiciones. No quiero simplificar, pero el movimiento de las mujeres en Egipto ya existía en los años 40 y con Sadawi, que se quitó el hiyab y encabezó manifestaciones en El Cairo a favor de las mujeres y su derecho al voto. Es un movimiento con trayectoria. Pero a veces hay avances, otras veces pasos atrás. Y debido a la inestabilidad política, las mujeres son siempre las primeras en pagar el precio de los problemas sociales: ora violencia, ora opresión, privaciones económicas. Esta revolución es en parte la primavera de las mujeres, de su dignidad. A pesar del hecho del avance del islam político en Túnez o Egipto, sigo creyendo que el movimiento feminista seguirá transformando nuestra sociedad. El hiyab no es necesariamente un símbolo de sometimiento, y se puede elegir entre llevarlo o no. A veces pesa más para llevarlo el que se trata de un vestido social. No debemos caer en el error de que la mujer que lleva el hiyab está oprimida o excluida. A veces lo llevan más por costumbre que por que crean en el fundamentalismo religioso o las obliguen. Veo cómo emerge la religión en otros países [de mayoría musulmana], tal vez porque los movimientos laicos han encabezado mucho años gobiernos opresivos o autocráticos, o bien han estado sometidos a Occidente antes que a su propio pueblo. Pero nuestra lucha es por la dignidad de la mujer, por la libertad y la democracia.

-¿Qué piensa sobre quienes utilizan para sus propios fines el nombre de Palestina?

-Necesitamos resolver la cuestión palestina para que nadie la explote, porque es una cuestión de justicia, de legalidad, de humanidad. Y hay muchos que han tratado de tomar prestado el nombre de Palestina para utilizar el apoyo que despertamos en otros países. Mire, incluso alguien como Bin Laden decía que luchaba por Palestina, cuando no tiene nada que ver con nosotros. Es una justificación falsa.

-Ya que se encuentra en Andalucía... ¿Qué puede enseñar la Historia de España a la paz en Oriente medio?

-Todos nosotros [los árabes] tenemos fuertes vínculos emocionales con Al-Ándalus o España. Ayer mismo telefoneé a una amiga para decirle que venía a Isbiliya, el nombre árabe de Sevilla. Es parte de nuestra historia, de nuestra cultura, con la que nos identificamos de una forma emocional. Mucha gente tiene aspecto de árabe, los topónimos son árabes. Están también los edificios, el sol... tengo un sentimiento de empatía, de reconocimiento, de identificación... España siempre ha significado para nosotros, si miramos al pasado, una cultura de la inclusión, bueno, salvo la Inquisición. En España tuvieron a cristianos, musulmanes y judíos viviendo juntos y una Historia de tolerancia. Por eso, en la Conferencia de Madrid de 1991 dijimos que habíamos escogido el lugar porque España demostró que podíamos convivir en armonía. Para los palestinos en particular España tiene muchos ecos políticos, culturales y emocionales, y también creemos que España es un país en el que la gente nos comprende más que en otros lugares. Siempre hemos recibido la solidaridad de España, independientemente del partido.

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