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¿Hasta cuándo peor?

Los que no saben nada de economía creen decir algo importante cuando afirman: "esta es la peor crisis de la historia y lo peor está por llegar".

el 15 sep 2009 / 21:40 h.

Ya sabemos que vivimos con la crisis. Se acusaba al Gobierno de no haberla querido reconocer en su momento, bien para que no influyera en el resultado de las elecciones de marzo del año pasado, bien para que los ciudadanos no nos dejáramos llevar por el pesimismo que, sin duda, siempre produce efectos negativos en la confianza de la gente. En estos momentos, nadie parece ya ignorar que la crisis se ha apoderado de todo y de todos. El Gobierno, por boca de su vicepresidente segundo, Pedro Solbes, lo confirmó y ratificó el viernes pasado, ofreciendo un cuadro macroeconómico que no admite dudas. Nuestro país está experimentando un crecimiento negativo y las cifras de parados comienzan a ser una pesada carga sobre la conciencia de todos los españoles. El número de parados parece que puede aproximarse, a finales de este año, a los tres millones y medio, cifra que, de no ser por el colchón que supone la inmigración, estaría ya creando problemas en sectores de población autóctona.

Sorprendentemente, tres días después de que Solbes exteriorizara la situación y previsiones económicas para 2009 y 2010, la Comisión Europea, en esta ocasión a través del Comisario de Economía, Joaquín Almunia, ha corregido a la baja esos datos, afirmando que las cifras serán aún más negativas que las que fueron proporcionadas por la autoridad económica española la semana pasada. No sabemos quién tendrá razón; tal vez, los dos, comisario y ministro, se equivoquen, pero lo que sí comienza a asombrarnos es que da la sensación de que hemos entrado en una especie de competición para ver quién es capaz de ofrecer las previsiones más negativas, para ver quién es capaz de poner más fea la situación. Y lo peor es que el ejemplo abunda y se extiende, de tal forma, que los que no saben apenas nada de economía creen decir algo importante cuando solemnemente afirman: "esta es la crisis peor de la historia y lo peor está por llegar".

Tal vez el Gobierno sea acusado de electoralista cuando, cumpliendo con su obligación, intenta transmitir mensajes realistas que ayuden a saber a los ciudadanos que la lucha contra la crisis está siendo liderada por quienes gozan de la confianza de los ciudadanos para gobernar al país. Pero, además, deben aparecer otras personas que sin correr los riesgos del gobierno, sean capaces de ofrecer otra visión de la crisis, huyendo de lugares comunes, que por comunes y reiterativos, han acabado convirtiéndose en tópicos. Y los tópicos ya se sabe que no sirven para arreglar nada.

Cuando el precio del petróleo se situaba en el nivel de ciento cuarenta dólares y el euríbor alcanzaba altas tasas, parecía explicable que los ciudadanos de rentas medias y bajas restringieran su capacidad de gasto como consecuencia de la subida de los precios en determinados sectores, y de las subidas de las hipotecas. Pero todo eso hoy ya no es una realidad; el barril de petróleo ha bajado casi cuatro veces y el euríbor ha bajado significativamente, hasta el punto de que las hipotecas han registrado bajadas significativas que, sin duda, han aliviado las economías domésticas. Deberían escucharse más voces que pudieran hacernos saber la forma en la que podemos elevarnos por encima de la coyuntura para poder abordar con éxito los retos de la nueva sociedad que se está creando. Habría que recordar el reto de Francisco Pizarro cuando trazó una raya en la arena y retó a los suyos a traspasarla o a quedarse en la parte de acá. "De aquí para acá ya sabemos lo que hay. De aquí para allá está el futuro" dijo Pizarro.

¿Y qué hay de aquí para acá, en los momentos actuales? En la parte de acá se encuentra una sociedad que insiste en comportarse únicamente con los parámetros de la sociedad industrial. No quiere entender que, en los albores del siglo XXI, esos parámetros comienzan a quedar obsoletos y que no pueden ser utilizados más que para ir al sitio de siempre por el camino de siempre. Y el sitio de siempre ya no sirve. Cuando nos empeñamos en que nuestros hijos y nuestras hijas se preparen sólo para hacer lo mismo que hicimos nosotros, pero mejor, estamos pretendiendo ir al sitio de siempre por el camino de siempre. Y creo que el camino de siempre nos conduce al fracaso; que la productividad y la competitividad basada en los conceptos tradicionales no van a dar más de sí; que la deslocalización industrial, en un mundo globalizado y profundamente dual y desigual, es un hecho imparable.

Y de la raya para allá, qué hay? De la raya para allá está el futuro. En el siglo XV, el mundo se hizo redondo con el descubrimiento de América. A partir de ese momento ha existido una incesante revolución tecnológica: de la vela a la máquina de vapor, del transporte terrestre al transporte aéreo, del hilo telefónico a las comunicaciones inalámbricas? Desde entonces no ha dejado de haber revoluciones tecnológicas y no se ha detenido un proceso creciente de globalización. En esa estamos ahora; en una profunda revolución tecnológica que nos exige comportamientos distintos y mensajes diferentes. Un joven universitario que acaba de salir de las aulas tendrá la tendencia a seguir los pasos de sus antecesores, enviando expedientes a quienes ellos creen que tienen capacidad para contratarles. Si alguien les explica de qué va esto, seguro que ya no enviarán expedientes sino que enviarán ideas, que es lo que en estos momentos se necesitan. Eso es lo que tienen que transmitirnos los que tienen voz para hacerlo.

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