Es difícil recordar para siempre a una persona con la que hablabas casi a diario, hasta hace 48 horas. Se murió ayer, a los 52 años, Araceli Carrillo, profesora, diputada socialista por Córdoba y secretaria de Educación del PSOE-A. Y nada más enterarme, sólo se me ocurrió coger el teléfono y volver a llamarla: "Pero, Araceli, ¿dónde vas? Todavía no hemos terminado de hablar de educación".
Estaba muy malita. Desde hace años se peleaba con una enfermedad que a veces la tumbaba con fuerza en el suelo, pero ella siempre volvía a levantarse. Araceli estaba levantada incluso cuando estaba en el suelo, en el hospital, luchando, conectada al trabajo y a su compromiso con la educación pública, con su partido y singularmente con José Antonio Griñán, por quien sentía una devoción absoluta. "Esta reforma educativa me da miedo"; "La derecha no necesita la escuela pública, por eso habla siempre tan mal de ella". "Dani, dime cuándo te puedo llamar para echarte la bronca ;-)".
Cuando se cuestiona la política y el trabajo de los políticos, pienso en esa mujer frágil, profunda en sus convicciones en defensa de la escuela pública, con una voz y una risa magnífica, comprometida con proyectos que construyen democracia, con ideas ingratas que tardan años y años en alcanzar el significado para el que fueron creadas. "Tardaremos años en lograr algo, pero si conseguimos un poco hoy, lograremos mucho más mañana". Hasta mañana, Araceli.
