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“Hasta mi padre se queja de las multas, pero son necesarias”

María Guerrero es agente de la Policía Local y portavoz del cuerpo

el 20 ene 2014 / 08:03 h.

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15411433Es portavoz de la Policía Local, pero deja –un poco– de lado el cargo para hablar de su experiencia personal. A sus 36 años, lleva 11 en el cuerpo, nueve de ellos en la calle. –¿Cuántas multas ha puesto en su vida? ¿Más de cien? –No le puedo decir. Habría que pedir estadísticas. Más seguro. –¿Cómo aprende un agente a multar cuando llega al cuerpo? –Hay una formación previa en la academia, sobre cómo relacionarse con el ciudadano en todas las situaciones. Luego nos llevamos un tiempo de prácticas con los veteranos y después, tras elegir la pareja con la que mejor te entiendes, ya vas por tu cuenta. –¿Recuerda su primera multa? –La verdad es que no. Recuerdo que en las primeras me ponía un poquito más nerviosa y más en el pellejo del ciudadano que en el de policía, porque todavía no tienes muy bien aprendido el rol. Me costaba más. Luego uno se deshumaniza un poco, porque es todos los días la misma labor. Al principio eres más estricto con todas las infracciones, y como te sabes el reglamento de memoria, pues tiendes a hacerlo cumplir a rajatabla, como en cualquier trabajo. Luego con la práctica no todo es tan estricto. Tiendes a percibir más cuando las infracciones son leves. –Existen muchas leyendas urbanas sobre su trabajo. ¿Tiene un cupo de sanciones? –A nosotros a veces incluso nos preguntaban si cobrábamos más en función de las denuncias que poníamos. Si fuera así, evidentemente habría más. –¿En sus nueve años de experiencia nunca ha visto algún toque desde arriba para que hubiera más o menos sanciones? –Para nada. Los agentes no sabemos de estadísticas.Es a criterio de cada policía. Porque nos movemos sobre todo a petición de los ciudadanos. Lo que hacemos es de oficio y generalmente a requerimiento, por obstrucciones en las zonas de carga y descarga, salidas de emergencia, garajes... –Las sanciones se han reducido desde 2007. ¿Somos más civilizados o son ustedes menos severos? –No tenía ni idea de ese dato. Quizá la labor disuasoria y preventiva ha hecho eso. El botellón, por ejemplo, ya casi se ha erradicado y apenas se multa. –¿Alguna vez se le ha quejado un familiar o amigo? –Bueno... continuamente. En las reuniones familiares siempre sale el tema. “Por aquí nunca vais, denunciáis mucho, tenéis que dar ejemplo”... vamos, hasta mi padre. –¿Es la parte más ingrata de ser policía? –Sí. A los policías no nos gusta tocar el bolsillo de los ciudadanos, pero es que la forma de corregir una infracción es esa.No hay otra, para que la gente se acuerde. Apercibimientos se hacen muchísimos cuando algo no es tan grave, pero no se acuerda tanto el ciudadano como cuando le tocan el bolsillo. –¿Le han pedido alguna vez que quite una multa? ¿Eso pasa? –Siempre hay alguien que intenta hacerse tu amigo porque le han puesto una muy grande, y con su pena te intenta abordar, pero nada.Las denuncias no se pueden retirar.Es otro bulo. –¿La han multado alguna vez? –Sí, una vez, por radar. Y a partir de esa vez, nunca más. Me sirvió mucho. Iba un poquito más rápido y caí, pero me sirvió para cambiar mi filosofía. –¿Lo más surrealista que le ha pasado nunca sancionando? –No surrealista, sino gratificante, que al final te den las gracias. Me pasó una vez porque el ciudadano vio que tenía razón. En el sentido opuesto, todos los días. –¿Qué le parece la valoración ciudadana de la Policía Local? –Me da pena. Me gustaría que algún ciudadano se montara en un patrullero sólo un día y viviera lo que es intentar ordenar el tráfico de esta ciudad. –¿Qué sintió cuando vio la foto publicada en prensa de los dos agentes bromeando con un tocho enorme de multas bajo el brazo? –A mí me dolió hasta el estómago. Fue un disgusto enorme para toda la plantilla. Todos en sus puestos de trabajo tienen compañeros que alguna vez han metido la pata.Es lo que pasó. Pero como somos un colectivo no muy querido por los ciudadanos... qué le voy a contar. –Entiende la reacción ciudadana además del error humano. –Entiendo las dos partes. –Imagino que los conoce.¿Cómo se tragaron aquel sapo? –A ellos personalmente les afectó bastante. Es lo que le puedo decir.

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