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"Hay calles del Barrio A que no se han tocado en 50 años"

La asociación de vecinos Raíces, que preside Juan Antonio Mesa, viene trabajando desde hace 15 años por mejorar las condiciones de vida del vecindario de San Pablo.

el 01 dic 2014 / 12:00 h.

juan-antonio-mesa El Polígono de San Pablo se compone de los barrios A, B, C, D y E, ¿qué fue del concurso público que se hizo para renombrarlos? —De aquello hace ya unos años y no se sacó nada en claro. Pero no estaría mal volver a plantearlo. No obstante, también hay quien defiende que las letras dan una mayor unidad a San Pablo. Es una cuestión complicada. No hace mucho se debatió la propuesta de eliminar la palabra Polígono, pero no hubo acuerdo. Que nos digan poligoneros es un orgullo. No nos molesta, la verdad. —En el PGOU se reservaba un amplio solar para una gran zona verde en el barrio, ¿hay novedades? —El barrio tiene muchas plazas pero ninguna gran zona verde. Su construcción sería ideal. ¿Dónde? Podía ser en los terrenos que hay junto al polideportivo de San Pablo. —La seguridad y la limpieza fueron dos de las promesas de este alcalde en la zona, ¿han mejorado? —Sí, se están notando. Vienen y baldean como mínimo una vez a la semana, pero luego pasa la máquina barredora y levanta el acerado, en concreto en la calle Tarso. También ha bajado la inseguridad: No hay pandillas ni botellón. Lo que sí es necesario es una poda exhaustiva, porque los días de lluvias se caen ramas de gran tamaño y es un peligro. Hasta ahora no ha habido que lamentar incidencias graves pero el riesgo está ahí. Se trata de árboles de gran tamaño, como cipreses, que se plantaron un día y no son los idóneos. También hay otros tantos ejemplares, pinos en su mayoría, enfermos y cuya única solución es la tala. —¿Qué obras de reurbanización se han hecho en este Barrio A? —Se han hecho algunas cosas, como actuar en el acerado de la calle Tarso y hace poco, también en la calle Seguirilla, que era un barrizal y donde también se ha habilitado una zona para aparcamiento en superficie. Han sido arreglos puntuales, pero lo cierto es que hay una gran reurbanización pendiente para la que se necesita tiempo y dinero. Es la que afecta a toda la zona central del Barrio A: desde la avenida de la Soleá a Tarso y de Seguirilla a avenida de El Greco donde no se ha tocado nada en más de 50 años y todavía disponen de los antiguos servicios en cuanto a suministros de agua, luz y cableado. —¿Qué actuación urge más en estos momentos? —Hay barreras arquitectónicas por todos lados. Cuando se construyó, vinieron vecinos de unos veinte años y no se reparó en esto. Ahora la población ha envejecido y todos son obstáculos: demasiados escalones, desniveles… Mira, en la plaza de la Caña nos pusieron una rampa para echarse abajo los dientes. Es tan empinada la pendiente que es peligroso. El delegado [por el del distrito] se ha comprometido a cambiarla. Pero hay muchas más barreras arquitectónicas que hay que quitar. —¿Cómo está afectando la crisis económica al barrio? —Mucho y, claro está, negativamente. Hay muchas familias que apenas tienen ingresos económicos y lo están pasando verdaderamente mal. Desde la asociación vecinal Raíces, intentamos ayudar en todo lo que podemos, pero toda ayuda es poca. Colaboramos siempre en la campaña de recogida de alimentos de la Cruz Roja y de la Iglesia Evangélica del barrio. Muchas de nuestras actividades tienen fines sociales. Pero también nosotros estamos notando los efectos de la crisis. Muchos de nuestros socios han dejado de pagar la cuota y tenemos poco margen de reacción para echar una mano.

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