Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad, nos dice el genial Sabina en su célebre canción de 1986: "Mujeres". Otros tiempos: con Sabina, Javier Krahe, "Cuervo ingenuo", la OTAN y "hombre blanco hablar con lengua de serpiente". La equivalencia a los hombres blancos, o verdiblancos, que hablan con lengua de serpiente puede ser la del bético que venda por ahí que ha encajado con total abatimiento una derrota como ésta del Valencia. Hay derrotas veneno y derrotas fatales, y seguimos por la senda de Sabina, pero por razones tan blancas como rojas o verdes, ésta no es ninguna de ésas que te dejan el corazón helado: aunque se haya tratado del primer resbalón de Nogués al frente del banquillo titular del Betis.
Técnicamente, la sensación que flotó fue de dos equipos con los rumbos separados por miles de kilómetros e intenciones: el Valencia juega por lo que juega, por tocar lo más alto (va por su quinta victoria consecutiva) y el Betis está como loco por dejar de jugar y amarrar matemáticamente la triste permanencia: lo que aún no ha conseguido, claro que no. En este sentido, el Betis ya usó para recostarse el pequeño colchón de los dos triunfos consecutivos que abrieron la etapa de Nogués. Hablando de Nogués y de su era recién inaugurada, diremos que si el distinguido público conociera ciertas afirmaciones muy rotundas de ciertos béticos que ya no están en el Betis, ese pueblo bético se iba a quedar bastante patidifuso.
En números, y eso sí que es flagrante, lo único que cuenta es la derrota. Pero los números, como ciertas devaluadas estadísticas devaluadas, también pueden manejarse. Y ya, sólo constatar que Pérez Lasa es buen aficionado a los toros (el martes vio la corrida de Palha y la oreja de Salvador Cortés desde el tendido 1 de la Maestranza) y que a César se le da bastante bien Heliópolis, desde cierta visita que hizo con el Valladolid, hace diez años justitos. Pero hay derrotas que duelen menos. Como ésta.
