La filóloga madrileña, experta conocedora de la relación entre medicina y literatura, dice que no hay lector inmune a los efectos de los libros.
-¿Existe el libro curativo?
-No creo que exista el libro curativo así expresado de un modo general. Sí puede ocurrir que un determinado libro que trate de problemas psicológicos y sociales pueda influir muy positivamente en la resolución de determinadas preocupaciones de algunos lectores, pero siempre en casos leves y como ayuda complementaria.
-¿Hay gente inmune a los libros?
-Lamentablemente, hay gente que no lee y por lo tanto queda al margen de la influencia de cualquier libro. En cuanto a los lectores, no hay ninguna connotación específica que determine si un libro va a ejercer o no una influencia terapéutica en ellos. Sin lugar a dudas, consciente o inconscientemente, las lecturas influyen en los lectores y no siempre de modo positivo. Igual que hay lecturas terapéuticas, las hay destructivas. No hay inmunidad en este sentido.
-¿Qué libros enferman a sus lectores?
-Enferman o pueden enfermar a los lectores los libros que se recrean en los aspectos negativos de la vida del hombre y de su situación en el mundo, los libros inmorales y todos aquellos que fomentan la violencia, la intolerancia y el desorden social. Es difícil concretar algún caso, porque todo depende de la formación del lector, no se puede generalizar. Vivimos en una sociedad plural y es necesario respetar cualquier ideología para conseguir una convivencia en paz. Pero no hay que admitir nada que dañe la dignidad del ser humano, nada que sea grotesco o que presente como positivas actitudes no solidarias o destructivas. Hay valores humanos intocables, sea cual sea la ideología que se tenga o la creencia religiosa que se profese, que deben ser respetados.
-¿Son más felices (y están más sanos) quienes no saben leer?
-No son más sanos ni más felices por ello, son más incultos.
-¿Qué libros considera que debería leer todo el mundo?
-No hay libros específicos para estar o no sano. La buena literatura siempre es sana para quienes la leen, además de los libros específicamente formativos, tengan o no valor literario. Otra cosa es la consideración moral de determinados libros que, si bien se pueden aceptar como buenos desde el punto de vista estético por el modo de usar el lenguaje, no lo son desde el punto de vista ético y deben ser rechazados por su influencia negativa en lectores poco formados.
