Francisco Fernández, nuevo líder de UGT Andalucía
Francisco Fernández (Berja, Almería, 1961) se convirtió ayer en secretario general de UGT-A, con el 81,7% de apoyos. Casado, con cuatro hijos y dos nietos, es amante del campo y la naturaleza. Ingresó en el sindicato en la Federación Agroalimentaria, donde ocupó cargos en la dirección nacional y luego en la regional hasta que hace ocho años se convirtió en el número dos de Manuel Pastrana y, ayer, en su sucesor.
¿Satisfecho del apoyo recibido? Sí, es un apoyo considerable con la dificultad de configurar un equipo donde no siempre todo el mundo se siente representado.
¿La sombra de Manuel Pastrana es muy alargada? Es un activo importante que la organización difícilmente volverá a tener. De los 30 años de UGT-A, ha estado la mitad y su impronta demuestra que ha sido fructífera.
El cónclave se ha celebrado entre noticias sobre el papel de UGT en el caso ERE y los gastos de la dirección. Sin embargo no se ha oído autocrítica. Siempre hemos sido autocríticos, pero la mentira tiene las patitas muy cortas. Todo lo que ha planteado la derecha mediática es sólo para dañar la imagen del sindicato. El congreso ha reforzado la confianza en la dirección porque sabe que nada es cierto.
¿No pueden ser más transparentes en su defensa y contrarrestar con papeles? No hay nada anormal, no hay gastos que no sean de actividad y siempre dentro de la austeridad.
Con los ERE han llegado a decir que ni los negociaban. Lo que hemos dicho es que en la ejecutiva jamás ha entrado un céntimo de ahí, porque no actúa directamente, corresponde a las federaciones. Y hasta donde yo sé no han hecho nada que no sea legal y no esté tributado. No tenemos a nadie imputado.
¿Les preocupa que la jueza Alaya apunte nuevas líneas de investigación hacia UGT y CCOO? Tenemos ganas de que de una vez por todas termine el expediente y ponga todo negro sobre blanco, sin secreto de sumario para que se deje de especular con sospechas sin pruebas. Hay un juicio paralelo y una intención política, más que de dar luz definitiva al asunto, de crear una bola de lo que parece un grano.
Los sindicatos no son ajenos a la desafección institucional generalizada. ¿Le preocupa? ¿Piensa algo para frenarlo? Hay una estrategia de la derecha más rancia que está aprovechando la crisis para que los avances de los últimos 30 años en poco tiempo se ventilen. Antiguamente lo que se hacía era dar un golpe de Estado, hoy se está haciendo ya de forma sibilina para destruir empleos de forma sistemática. Como el caso ERE, en el que se quiere dar la impresión de que en vez de fraudes puntuales, todo es un fraude. Les interesa poner en duda a los sindicatos, que son los que defienden los derechos de esos empleados. Para defendernos, como no tenemos medios de comunicación poderosos, tenemos que intensificar el cuerpo a cuerpo y usar las nuevas tecnonologías.
Hay gente de izquierdas, que va a las manifestaciones pero no se sienten identificados... Los sindicatos tenemos tanta o más fuerza que nunca, las manifestaciones de los últimos años han tenido tanta o más participación que nunca. No tenemos menos apoyo por mucho que se diga. Y tampoco es cierto que haya menos afiliados. Se quiere confundir a la opinión pública y ¿en qué nos basamos, en una encuesta que se hace después de una campaña sistemática para desprestigiarnos?, ¿porque hay cabeceras de periódicos que todos los días nos sacan si gastamos 500 u 800 euros? Además, ¿quiénes son ellos para decirnos si tenemos o no poder de gastarnos 500, 800 o mil?
¿Es partidario de cambiar el modelo de financiación de los sindicatos? Habría que abrir un debate sobre la financiación totalmente transparente de los partidos, las organizaciones sindicales, empresariales y sociales diferenciando cada una su papel. Los sindicatos estamos recogidos en la Constitución y si tenemos un papel que jugar en el Estado democrático tendremos que tener una financiación de la administración. Tenemos unas competencias que van más allá de dar solución a los problemas solo de los afiliados. Negociamos para todos los trabajadores solo con la participación de unos pocos, participamos en interlocución con la administración que sirve para todos los ciudadanos. O tenemos una compensación o tendrá que cambiarse la legislación.
¿Qué le diría a un joven que acaba de terminar la carrera, no ve futuro, le dicen que emigre y no tiene conciencia social? Le preguntaría si cree que a nivel individual es capaz de buscarse la vida. Si lo cree que sea individualista y si no produzcamos una colectividad capaz de parar a esa colectividad invisible que es el capitalismo. Y eso se hace viendo qué puedo hacer yo conjuntamente con los demás para cambiar eso. Se trata de que los jóvenes analicen en qué país quieren vivir y de qué forma. Si quieren vivir de forma que dependan de terceros, está en manos de esos terceros y si quieren vivir por sí mismos, tienen que buscar formas que no son anacrónicas y están muy vivas a pesar de todas las críticas. Eso se hace en un Estado social, democrático y de derechos, participando de forma activa y no lamentándose ni trabajando desde el individualismo. No es fácil pero es posible.
