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«Hay que hacer retoques en la gestión de las autonomías, no en el modelo»

Uno de los últimos efectos ‘colaterales' de la crisis es la marejada política y mediática en la que algunos han presentado una enmienda a la totalidad al sistema autonómico. Uno de los ‘constructores' del modelo, el andaluz Clavero Arévalo, disecciona sobre qué hay de verdad y de falso en tantas acusaciones

el 26 ene 2011 / 19:19 h.

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Manuel Clavero Arévalo, durante la entrevista celebrada en su despacho de la Plaza de Cuba, en Sevilla.

El catedrático Manuel Clavero Arévalo hace hueco en su mesa atiborrada de expedientes administrativos para resúmenes y recortes de periódicos. Lee todo lo que está saliendo estos días sobre el cuestionamiento del modelo autonómico. Ministro de las Regiones con la UCD en el primer gobierno de la democracia, el denominado padre del ‘café para todos' que germinó en el actual Estado de las Autonomías pone un punto de ponderación en un debate en el que algunos ajustan viejas cuentas con un aluvión de exabruptos sobre un modelo con treinta años de vigencia.


-Este cuestionamiento de dónde parte. ¿De los omnipresentes mercados o de dentro?
-Viene de dentro. Recuerdo por ejemplo que algunos políticos catalanes han dicho estos días que ya se ha acabado el café para todos del actual modelo.
-También les ayudan declaraciones como las de Aznar cuando dice que este modelo es "políticamente inviable". ¿A usted se lo parece?
-No, y lo que veo, por cierto, es que el PP no ha seguido este camino en su convención de Sevilla.
-¿Y a qué cree que viene entonces este empecinamiento?
-Por donde yo he visto, las críticas están apareciendo en medios más bien de la derecha-derecha. ¿Por qué? Pues yo creo que porque las comunidades autónomas les resultan ajenas y molestas.
-Volviendo con Aznar, el que dice que son inviables es el mismo que de presidente firmó el mayor número de transferencias a las comunidades.
-Y no sólo eso, sino que en su primera legislatura gobernó con los nacionalistas.
-No deja de ser curiosa la pinza actual, un poco contra natura. De un lado, Aznar; del otro, los nacionalistas. Escuredo decía el lunes en la SER que hay una operación en marcha en ese sentido en contra del actual modelo.
-No sé si existe esa intención. No tengo conocimiento de que el PP y los nacionalistas estén interesados en cambiar el modelo, pero sí que me consta que algunos nacionalistas ya hablan de acabar con el ‘café para todos'. Y eso es imposible. Yo me quedo con lo que dicen los partidos mayoritarios, que han proclamado la validez del modelo autonómico, pero con correcciones.
-¿Y cuáles son, porque nadie las concreta?
-Pues mire, ahora mismo se dan las siguientes alternativas al modelo de las autonomías. La primera es que desaparezcan como tales y que se vuelva al Estado central. Es una opción imposible y no deseable; la segunda es el mantenimiento de sólo las mal llamadas comunidades históricas, que primarían sobre las demás. Otra opción indeseable e imposible, y si no que le vengan a decir a los andaluces que vamos a ser una autonomía de segunda. La tercera sí la veo posible y deseable, y es la reducción del número de organismos y de empresas que dependen de las comunidades. Y la cuarta es la reducción de personal, del número de asesores, de cargos nombrados a dedo...
-¿Hay un problema de ‘elefantiasis' en las autonomías?
-Sí, efectivamente, pero también lo hay en el resto de las administraciones. Y, por cierto, quería añadir otra alternativa más a las que he dicho antes. Si hubiera que plantearse que una administración sobra, ésa sería la de las diputaciones. El personal habría que respetarlo, pero no tiene sentido que haya cincuentaitantas diputaciones en España. Hoy en día, las administraciones periféricas del Estado y de las comunidades autónomas pueden prestar su servicio.
-El PP quiere establecer en la Ley de Estabilidad Presupuestaria un techo de gasto más riguroso para las comunidades.
-La estabilidad nos concierne a todos, y eso incluye también al propio Estado, a los ayuntamientos y a las diputaciones, no sólo a las comunidades.
-Una responsabilidad compartida, ¿no?
-Es que no sólo hay que fijarse en las comunidades autónomas. Fíjese también en los incumplimientos del Estado, en los instrumentos que ha tenido a su disposición para hacer política autonómica y que no ha utilizado. Por ejemplo, el artículo 149.1. de la Constitución establece que el Estado debe regular las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los ciudadanos, un mercado único para todos. También tiene la competencia exclusiva en las relaciones internacionales y sin embargo no se ha plantado ante las embajadas de algunos, ni tampoco ha impuesto límites máximos salariales. Echo de menos que en 32 años no se haya hecho uso alguno de todas estas competencias. Estos preceptos existen, y si no se han puesto en marcha ha sido para evitar confrontaciones.
-¿No le parece que hace falta también un mayor orgullo en la reivindicación de lo logrado con el sistema autonómico?
-Sí, hace falta poner en carga lo que se ha hecho. El modelo ha dado muy buenos resultados y no es de extrañar que en tiempos de crisis se hable de hacer retoques, pero en la gestión, no en el modelo.
-Retoques que además deberían de extenderse al resto de administraciones.
-Le pongo un ejemplo. He leído unas declaraciones de Joan Rosell, el nuevo presidente de la patronal, en las que dice que en el Estado hay unos 150.000 funcionarios sin trabajo, especialmente en los ministerios de Educación, Sanidad y Cultura, que tienen todas las competencias transferidas. A la hora de ver defectos, hay que verlos en todas las Administraciones.
-¿Ha faltado en general una mejor gestión de lo público?
-No, no generalizaría. Hay servicios públicos que se atienden a buen nivel, como son los de sanidad, y otros en los que por el contrario ese nivel está mal. Y permítame que no le diga cuáles son.
-Antes hablaba de las diputaciones. Le pregunto si puede pensarse lo mismo del Senado.
-Cuando se aprobó la Constitución se dijo que sería una cámara de representación territorial, pero entonces no había comunidades y por eso no pudo constituirse como cámara para éstas. Hoy, hay que decir que o el Senado asume esa función o no tiene sentido.
-¿Y cómo se gestiona ese tránsito, si es que es posible?
-Habría que determinar un número de senadores por comunidad y decidir qué leyes deberían tramitarse primero en el Senado y luego en el Congreso. Piense que este Senado de las comunidades lo llevaron además tanto el PSOE como el PP en sus programas.
-¿Y porqué no salió?
-Por la presión de los nacionalistas. Ellos siempre han defendido lo suyo por encima de todo. En Cataluña, con Pujol llegaban sólo hasta un cierto punto, pero luego con Maragall empezaron a querer cosas muy difíciles de asumir.
-¿A usted qué le sugiere, por último, esa imagen de los senadores hablando con traductores?
-Pues que en tiempos de crisis, es muy difícil de explicar.

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