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¿Hay que llamarlo crisis?

La comparecencia ayer del Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero en el debate extraordinario sobre economía del Congreso de los Diputados, se convirtió en una suerte de competición en la que el objetivo de la oposición era que Zapatero pronunciara la palabra crisis para referirse a la situación actual.

el 15 sep 2009 / 07:19 h.

La comparecencia ayer del Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero en el debate extraordinario sobre economía del Congreso de los Diputados, se convirtió en una suerte de competición en la que el objetivo de la oposición era que Zapatero pronunciara la palabra crisis para referirse a la situación actual. Cabe decir que no resulta comprensible a estas alturas que el Presidente del Gobierno siga enrocado en los eufemismos para calificar una coyuntura de crisis mundial que no es achacable a España. Quizá por eso es menos entendible que Zapatero no encare de frente la realidad llamando a las cosas por su nombre, distanciándose de los ciudadanos al enredarse en la semántica con escaso éxito en su intento de ocultar la realidad. La oposición, por su parte, demostró que lo que en realidad le importa, no es tanto el aportar soluciones como que el Gobierno reconozca lo mal que van las cosas. Durante el tiempo que duró el debate, los grupos de la oposición no presentaron ni una sola propuesta para salvar las dificultades económicas. El trabajo de la oposición no sólo consiste en fiscalizar al ejecutivo, también en aportar alternativas que reflejen que dicha opción política tiene ideas y proyectos para gobernar en un futuro. La crisis que atraviesa España no es exclusiva. Está originada por el desplome del sector inmobiliario y el alza del precio del petróleo, y agudizada por una mayor necesidad de financiación exterior. Haría bien el Gobierno en llamar a las cosas por su nombre, sin alarmismos ni visiones apocalípticas como intentan destacar algunos miembros de la oposición. Urge que entre todos nos pongamos a trabajar para frenar el incesante incremento del desempleo -más de la mitad se genera en Andalucía- y en reforzar y potenciar la industria para que cuando llegue la crisis, la podamos llamar por su nombre sin que nos tiemble el pulso.

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