En el debate del domingo entre Chaves y Arenas, que hay elecciones andaluzas, los dos candidatos posaron ante los medios y dejaron claras sus hechuras de presidente: madurez en las cabezas caneadas, amplitud en las formas físicas y corrección en el vestir.
Separan a los dos candidatos quince años de edad, quince años de gobierno, quince puntos electorales y quince puntos programáticos. Uno se encuentra en el declive de su época de gobierno, por razones de edad, y el otro busca desesperadamente el aprobado de su asignatura presidencial. En la mitad de la cuesta arriba y la cuesta abajo, se han encontrado dos candidatos y se ha producido el choque de dos pesos pesados de la política andaluza, con resultado de empate, como no podía ser de otra forma. Arenas sigue teniendo el empuje del mismo que hace 14 años debatió con menos madurez y mayor riesgo. Chaves tiene tablas suficientes para saber defenderse como toro viejo.
No llegó a ser un debate de altura, en el mismo nivel en el que están las elecciones andaluzas, medio pelo, escondidas detrás de las generales, detrás de los telediarios, detrás de los periódicos, detrás de ninguna parte. Sin hacer ruido, sin elecciones propias, Andalucía seguirá votando al rebufo de otros procesos electorales. El domingo por la noche ganó el peliculón, ganó Aída, ganó el fútbol, pero en la otra cadena, en la que decían "la nuestra" cuando era de todos, se enfrentaron dos políticos de peso y de raza. El choque no podía ser más previsible. Había hechuras de presidente.
Consultor de comunicación
isidro@cuberos.com