Economía

Heladerías bajo la lluvia

El invierno no asusta a estos negocios, cada vez más habituales en Sevilla. Las nuevas firmas se diversifican con pasteles y bollería.

el 02 mar 2014 / 23:46 h.

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Sevilla 15/02/2014 Heladería artesanal HECHOFOTO: Pepo Herrera«Una tarrina de tarta de queso y limón», «dame un cucurucho de los medianos»... La cola de clientes en un día nublado y frío como ayer parece indicar que la apuesta de las heladerías por el invierno no es ninguna locura. La proliferación de estos negocios en Sevilla en el último año es evidente, y muchas de las aperturas se han producido a las puertas del invierno, la mayoría con la fórmula de combinar el helado con otros productos para hacer más rentable una época del año en la que, aunque la venta no cesa, sí que desciende notablemente, según explican estas heladerías. La última en instalarse, aparentemente, ha sido la heladería Hecho de la Campana, aunque en realidad ha sido sólo un cambio de piel: Hecho es la heredera de la franquicia Ben & Jerry’s que ocupaba el mismo local. Después de que la firma estadounidense haya decidido no mantener sus heladerías y distribuir su producto sólo en grandes superficies, los cuatro socios que montaron el local hace una década decidieron continuar con el mismo negocio, ahora por su cuenta, según explica uno de los responsables de la heladería, Víctor Aldayturriaga. En su caso, abrir todo el año es más una obligación que una elección. «El invierno sigue siendo terrible, se vende menos de un tercio que en verano, pero si te sitúas en un sitio tan céntrico tienes que abrir para cubrir costes porque el alquiler es muy caro y el tiempo que estás cerrado son pérdidas», explica. En la década que lleva al frente del negocio ha contrastado que el helado «es un producto de impulso» que se consume sobre todo en primavera, «mucho más que en julio y en agosto, cuando no hay nadie por la calle». Y tiene unos tiempos arraigados:«Cuando empezamos nos dijeron que el helado se consume desde el primer fin de semana que hace calor en primavera, aunque luego vuelva a llover; y hasta el primero que haga frío en octubre, cuando ya empieza la castaña asada. Y se cumple», explica. Para contrarrestar la caída de ventas en los meses malos, Hecho ha puesto en marcha promociones familiares –helados a un euro para el niño si los padres se compran uno cada uno–, pero lo que más funciona son los productos alternativos, como los gofres –con o sin helado– o la bollería. Es la misma técnica empleada por la heladería La Abuela, que abrió su primer establecimiento hace un año en la calle Laraña y el segundo, en Tetuán, en el mes de septiembre. Sobre sus mostradores hay bollería y turrones, se sirve café, y hasta hace una semana dos de sus vitrinas contenían pasteles. Ahora, ya con vistas al inicio de la temporada alta –este fin de semana ya se ha notado el «subidón» de ventas–, las ocupan al completo los helados: sabores planos como el limón –de los más vendidos– y la manzana, junto a otros coloridos y llamativos como el pitufo con nubes de esponjitas o el de piruleta. También destacan sabores originales como el de mantecado, aunque se venden más los de Kinder Bueno y Kit Kat. Sevilla 15/02/2014 Heladería artesanal La AbuelaFOTO: Pepo Herrera«En invierno las ventas de helados bajan a la mitad y lo que más se venden son los pasteles», explica una de las diez empleadas de la cadena, propiedad de dos empresarios sevillanos. Las heladerías La Abuela, que han optado por no cerrar ningún mes del año, cuentan con un claro público objetivo: los turistas, sobre todo, y también quienes pasan por el Centro en busca de tiendas y se sienten tentados por los escaparates. Clientela fija hay alguna, pero poca, según confirma esta trabajadora. Parecida filosofía tiene la heladería Miquel, en este caso una franquicia, que abrió a finales de junio en la calle Reyes Católicos, la calle que se ha convertido en el eje del helado sevillano a juzgar por la cantidad de negocios de este tipo que escoltan a la más veterana de las cadenas sevillanas, Rayas, que abrió en esta calle su segunda tienda tras la de Almirante Apodaca. En las vitrinas de Miquel también hay helados de llamativos sabores –«se vende mucho el de donuts porque a la gente le llama mucho la atención», explica Elena Fernández, una de sus cinco empleadas– que comparten espacio con pasteles y tartas, y también se sirve café. Igual que los helados, cuyos sabores combinan tradición y modernidad –aunque al final los superventas sigan siendo el de turrón y el de chocolate fondant–, en el lado de los pasteles las cuñas y los piononos compiten con palmeras de chocolate cubiertas de nubes de esponjitas. Las tartas se venden en porciones, pero también enteras, por encargo, todo por completar el negocio en invierno, cuando la vendedora confirma que baja la demanda del postre frío. Sin embargo, en Miquel se venden más helados que pasteles todo el año. La aspiración de la franquicia para redondear el negocio es instalar veladores, pero aunque lo han solicitado todavía no tienen respuesta municipal. Un caso aparte es Rayas, donde la veteranía debe de ser un grado: en sus establecimientos, que abren casi once meses al año, sólo se venden helados, de múltiples sabores, y granizados. En sus 33 años de vida no han necesitado diversificar el negocio, a pesar de que en invierno baja un poco la demanda de este producto de temporada, pero la suavidad de los meses más crudos en la capital ha permitido al negocio mantenerse sin otro soporte que sus tarrinas y cucuruchos. Sus veladores, llenos en un día gris como ayer, les dan la razón.

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