Herb Brown, abrazado a Pablo Laso, Chicho Sibilio y Joe Arlauckas.
La imagen más habitual de Herb Brown en una pista de baloncesto era la de un entrenador que sostenía durante los 40 minutos del partido unos papeles enrollados en la mano. Así llegó este neoyorquino a Badalona en el verano de 1989 para entrenar al Joventut y así se fue cuando acabó su última etapa en España en Valencia. Metódico y detallista al estilo de George Karl, cuentan de él que llamaba a sus jugadores a altas horas de la madrugada cuando se le ocurría algo que podía mejorar su rendimiento.
No le tembló el pulso en la Penya y una de sus primeras decisiones fue la de dejar en el banquillo a Josep María Margall. El santo y seña del club durante casi una década perdía el tren y se veía superado por Jordi Villacampa y los deseos de Brown de contar con un tres alto.
De Badalona a Vitoria para dirigir al primer gran proyecto de Josean Querejeta al frente del Taugrés. El presidente puso a su disposición un equipo que presentaba uno de los mejores cinco iniciales que se recuerdan en el club: Pablo Laso, Chicho Sibilio, Scott Roth, Ramón Rivas y Joe Arlauckas. Su sugerencia fue decisiva para que el nuevo entrenador del Baloncesto Sevilla aterrizara en España tras jugar en la NBA. El equipo consiguió eliminar al Real Madrid en cuartos de final en dos partidos. Sólo el gran Joventut de Badalona de Lolo Sainz evitó que el técnico estadounidense se presentara en la final.
