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Higos contra la crisis

Las maltratadas pencas de las veredas, refugio histórico de quienes venden higos por las esquinas del desamparo, han conseguido en Los Palacios y Villafranca ser sembradas en liños a lo largo y ancho de un campo de 7.000 metros cuadrados. José Rodríguez cree que pueden ser una salida a la crisis.

el 15 sep 2009 / 10:01 h.

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Las maltratadas pencas de las veredas, refugio histórico de quienes venden higos por las esquinas del desamparo, han conseguido en Los Palacios y Villafranca ser sembradas en liños a lo largo y ancho de un campo de 7.000 metros cuadrados. José Rodríguez cree que pueden ser una salida a la crisis.

José Rodríguez, más conocido como El Gamboo, es un experimentado agricultor de 57 años que probó suerte con el maíz, el algodón, la remolacha, los olivos, las viñas? Sabe que unos cultivos necesitan demasiado gasto y que otros están llamados a la ruina en el nuevo contexto europeo.

Así que se ha atrevido con los pencales con los que su padre aniquiló el hambre montaraz de su infancia en todo un barrio. Pero no aprovechando sus higos para venderlos como chucherías veraniegas, sino con un proyecto que podría ser decisivo si alguna empresa se lo toma en serio. "Un ciclista al que le da una pájara", vaticina, "resucitaría con dos higos fresquitos". No en vano, este fruto de la familia de los cactus tiene vitamina C, calcio, fósforo y hierro, y en las culturas prehispánicas fue utilizada contra la diarrea, el dolor de muelas, la fiebre y el exceso de bilis.

De modo que la propuesta de El Gamboo, que sabe del aprovechamiento del higo para zumos, jugos, mermeladas, helados y usos medicinales, no sería ningún disparate. Y lo más interesante para es que las pencas no necesitan cuidados -ni gastos- ni al principio: se colocan sobre la arena y enraízan automáticamente con sus púas, bajo el sol ardiente. Apenas precisan riego y nada de abonos y fertilizantes, porque no contraen enfermedades.

Pura ecología

Es lo que ha hecho este agricultor palaciego en un trozo de 7.000 metros cuadrados de su campo: sembrar pencas de higos reales en hileras que alcanzarán su momento óptimo de producción en dos años. "Con lo que va a producir esto se llenan camiones", dice, aunque es consciente de la competencia callejera que lo rodea. En el mismo camino por el que se accede a su campo, una pareja llena un cajón sirviéndose de una caña. "Yo no puedo recriminarle a la gente que coja higos en los caminos", se resigna.

Pero su idea es que alguien preste atención a su proyecto. En ese caso, "podría ser un negocio rentable", dice quien los vende a pequeña escala en pueblos vecinos y en Mercasevilla: siete higos por un euro. "En un restaurante te ponen un higo de éstos y te cobran más de un euro", dice escandalizado, mientras sueña un futuro inmediato el que "lo pondré todo de pencales". Si la primera cosecha le sale bien, claro. Durante julio y agosto las chumberas producen una cantidad que, en el caso de una mayor producción, podría surtir a países del norte europeo. El higo aguanta el transporte, sin aditivos ni conservantes, 15 días sin problemas.

Con la caña

Mientras espera que alguna empresa "le vea punta a esto", El Gamboo, que vio cuando chico cómo su padre engordaba cochinos con carrillos de higos, se mueve como pez en el agua por el terrón. Con su caña, va cazando higos chumbos, de la vía, malagueños, y va comentando las propiedades de cada cual? A eso aparece un familiar que también vende la idea: "Ahora que la crisis va a apretar, se podrían sembrar de pencas todos esos campos que están vacíos".

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