Hillary Clinton busca el más difícil todavía: conseguir remontar el vuelo y dar un vuelco casi imposible en las primarias demócratas. El primer paso en esta escalada, que en el seno del partido tachan de quimera, será en las primarias en el estado de Virginia Occidental, cuyos colegios electorales cerraron anoche.
A pesar de que pasó la peor semana desde del inicio de las primarias demócratas, Clinton se dispone a ganar por un amplio margen a su adversario, Barack Obama, que prácticamente ignoró esta cita al sentirse ya ganador. Y es que aunque la victoria sea tan abultada como pronostican los sondeos -entre 30 y 40 puntos-, probablemente no sería suficiente para reflotar la candidatura de la ex primera dama.
En Virginia Occidental hay en juego 28 delegados, insuficientes si se tiene en cuenta que Obama mantiene la ventaja de más de 150 delegados sobre Clinton en el cómputo total cuando sólo quedan seis primarias por disputar.
La gran esperanza de Clinton para sobrepasar a su rival es imponerse con claridad en este Estado y en los de Kentucky y Puerto Rico para convencer a los súperdelegados -funcionarios y notables del partido que pueden votar al aspirante que prefieran- de que es una candidata con más posibilidades de triunfo en las elecciones de EEUU frente al republicano John McCain.
Efecto Obama. Clinton nada, por tanto, a contracorriente y más aún después de las últimas encuestas, que dicen que el 60% de los votantes demócratas cree que Obama tendría más posibilidades de ganar a McCain, según un sondeo que publica el diario Washington Post. Además, según esta encuesta, Obama recibiría el 51% de los votos frente al 44% que se inclinaría por McCain.
