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Historias de héroes anónimos

Tras la riada del pasado 2 de octubre que se llevó la vida de dos personas y los bienes y el sacrificio de otras muchas llegó otra riada, la de los alcalareños que transformándose en verdaderos héroes salvaron la vida a desconocidos arriesgando la suya propia.

el 14 sep 2009 / 19:52 h.

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Tras la riada del pasado 2 de octubre que se llevó la vida de dos personas y los bienes y el sacrificio de otras muchas llegó otra riada, la de los alcalareños que transformándose en verdaderos héroes salvaron la vida a desconocidos arriesgando la suya propia.

Cuando se cumple un mes del desastre, son muchas las personas que pueden contar cómo sin pensarlo ayudaron a salvar a otros con lo que tenían a mano. cuerdas, cintas de persianas o incluso utilizando sus propios cuerpos para dar calor y evitar la hipotermia. Muchos alcalareños salvaron vidas esa noche. Sus historias son un testimonio único de coraje y valor.

Una de las mayores afectadas fue Nuria Portillo. Era la compañera de una de las fallecidas, María Adán, con quien iba en el coche. El agua la arrastró a ella y sus dos pequeños. Ella pudo agarrarse a la reja de una casa para que el agua no se la llevara. Un vecino, Carlos Ortiz García Donas, la abrazó al otro lado de la reja para que no se cayera mientras le decía que aguantara. Tras pasar la riada -el agua que bajaba de la parte norte de la ciudad tras la tormenta alcanzó hasta dos metros de altura en la calle La Mina- ella se abrazó a su salvador llorando cuando le aseguró que sus hijos también estaban bien.

Más abajo en ese mismo momento Marco Trigo, que trabaja en Autoservicio La Mina, veía cómo el agua arrastraba a uno de los niños, de 10 años. Junto con otras dos personas formó una cadena humana y agarrándose a una señal de tráfico lograron sacarlo del agua. Pilar Monje, que también trabaja en este establecimiento, arropó al pequeño que temblaba de frío y del que asegura que "no echó ni una lágrima".

María del Carmen Flores estaba con su hijo en su tienda, Deportes Base. El agua entraba en tromba en ella. Unos vecinos le lanzaron una cuerda y agarrada a ella pudo salir y llegar a la Plaza del Cabildo, donde estuvo a salvo.

Pablo Álvarez no dudó en salir de su casa para ayudar. Con él, varios vecinos fueron los primeros en llegar al amasijo de coches y ayudaron a muchas personas atrapadas para ponerlas en lugar seguro. La lista de nombres que se dieron cita para ayudar es larga y a todos le corresponde la calificación de héroes:Eloy Villalba, Juan Diazlez, Óscar del bar La Placita...

Entretanto, en otro de los puntos afectados por el gota fría, en el Paraíso, que ese día se convirtió en un infierno, un conductor guiaba el autobús al que desplazó el agua en la calle Pérez Galdós y chocó contra la fachada de la casa en que falleció ahogada Pastora Hermosín. A pesar del miedo y de los gritos de las mujeres mayores que viajaban con él se armó de coraje y consiguió que permanecieran en el interior. Salir hubiera sido peor. A una mujer de 80 años la sacó en brazos.

El barrio de los Toreros también se anegó de agua. Gonzalo Ordóñez recuerda todavía cómo un vecino le ató una cuerda a la cintura mientras se sumergía bajo el agua para abrir un husillo. Otros sujetaron la cuerda para evitar que el agua lo succionase hacia dentro, con ello consiguió que comenzara adesaguar la calle pues el agua llegaba ya a la ventanilla de los coches.

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