En los años treinta, descubrimos un nuevo mono, cercano al chimpancé, de cultura muy avanzada , inconcebible para su primo humano, con el que comparte un 99,4% del ADN-el que más-. El bonobo, incluido el homo globalizado, es el único mono que ha desterrado de su sociedad el conflicto y la violencia; vía sexo. Estos primos fornican a discreción, de todas las formas, posturas y combinaciones posibles; así, reina la paz y armonía. Tal vez, la generalización, no del sexo, claro, porque no estamos tan preparados como los bonobos, sea en nuestra sociedad constitucional la manera de construir el buen rollo, pero ¿y del insulto? Porque cuando el insulto es aislado crea ansiedad, mientras que si se generaliza parece que nos calma. Si todos nos pasamos como Castro, Tardá o Fraga, el fondo se trivializa. Puede ser que sea esa la solución para la España post crisis: el exabrupto y la despenalización de la injuria y la calumnia. Castro no llamó tontos del culo a todos los de PP, aunque Aguirre demoscópicamente insista en lo contrario, Tardá no especificó a que Borbón quería matar, difícil con tanta fecundidad real, y Fraga dejó en el aire cómo quería colgar a los nacionalistas, pero calman compensándose. Sin embargo, la irrupción del fecundo ideólogo de la derecha no destaca por ser la más imaginativa sino por salirse y desatar la memoria que los suyos, por cierto, consideran inútil para la convivencia.
Fraga, en sí, ha recordado que esta insultada sociedad han consentido que los defensores de las Leyes Fundamentales hoy sean constitucionalistas, que ministros de Franco lo hayan podido ser de la democracia, que la amnistía se aplique a los nacionalistas españoles, golpistas, torturadores y criminales, incluso que se pueda decir lo que se piensa, hasta desde el subconsciente, aún fantasmagóricamente. Que incluso se reconozca como mérito democrático la invención del plato combinado turístico y como gesta, un baño en meyba. Colgar, gancho, Brigadilla de la Calzá, memoria de monos.
Licenciado en Derecho y Antropología
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