El pívot Dwight Howard dio todo un recital de poder, clase y liderazgo para guiar a los Magic de Orlando al triunfo de 103-90 frente a los Cavaliers de Cleveland en el sexto partido de las finales de la Conferencia Este y lograr su pase a las Finales de la NBA por segunda vez en la historia de la franquicia (en 1995 fue la primera). Su rival serán Los Ángeles Lakers, bicampeones de la Conferencia Oeste, que también ganaron por 4-2 la eliminatoria ante los Nuggets de Denver.
La clasificación de los Magic para las Finales de la NBA se convierte en la gran sorpresa de la competición después de que eliminaron a los dos equipos que eran favoritos para luchar de nuevo por el título de liga. Primero ganaron (4-3) en semifinales a los Celtics de Boston, defensores del anillo, y luego a los Cavaliers, que tuvieron la mejor marca de la liga (63-19) durante la temporada regular.
Howard, que aportó 40 puntos, incluidos 21 en la primera parte, dio toda una exhibición de poder físico y dominio en el juego interior al conseguir también 14 rebotes, repartir cuatro asistencias y poner un tapón. "Nadie nos había dado respeto durante toda la temporada, ahora lo hemos ganado en el campo y estamos en las Finales por méritos propios", declaró Howard. "Siempre dije que era una falta de respeto el pensar que las Finales iban a ser entre los Cavaliers y los Lakers por querer ver a LeBron James y Kobe Bryant; ahora tendrán que vérselas conmigo". El primer partido de las Finales se disputará el próximo jueves en el Staples Center bajo el formato de 2-3-2, con la ventaja de campo para los Lakers. "Se acabó la frustración de 14 años; somos de nuevo un equipo de elite y aún no hemos dicho la última palabra", dijo Howard.
Rashard Lewis aportó 18 puntos, incluidos tres triples, que destrozaron a la defensa de los Cavaliers y el francés Mickael Pietrus volvió a ser el sexto jugador y factor sorpresa para los Magic al conseguir 14 puntos mientras el base Rafer Alston aportó 13. En los Cavaliers, un frustrado Lebron James se quedó en sólo 25 puntos y nunca fue clave pese a que esta vez sí tuvo apoyo de sus compañeros. Se fue del pabellón sin querer hablar con nadie, sin felicitar al rival, demostrando un mal perder que rebaja su caché de gran estrella.
