Por si alguien no lo recuerda, hoy 14 de marzo, se cumplen cinco años desde la victoria del PSOE en las generales del 2004, tres días después de la matanza de Atocha, el mayor atentado terrorista de la historia de España y de Europa. Y a cinco años vista de todo aquello, nos encontramos con un país atemorizado por una crisis económica sin precedentes, a la que, por ahora, y pese al encomiable optimismo de Zapatero, no se le ve salida, con unos partidos que le ponen pilas a los ventiladores de la corrupción, y con un estado de crispación como no se recordaba desde hace mucho tiempo. Ni siquiera en aquellos meses inolvidables que siguieron a la inesperada derrota del PP, en los que tantas cosas se dijeron, se habían oído perlas como las que se escuchan ahora.
Como ejemplo, las que se oyeron en la sesión de cierre de la inefable comisión de investigación, sobre el espionaje de salita de estar, en la comunidad de Madrid, donde les faltó darse capones y luego, por si la cosa no estaba calentita, viene el boicot del PSOE al acto en recuerdo de las víctimas del 11M, organizado por Aguirre. Lo cual es un insulto, no a la presidenta de la comunidad, sino a las víctimas del terrorismo, de mayor calado aún que los proferidos en la asamblea de Madrid.
Así que, escaso consuelo nos han deparado estos aniversarios -salvo el hecho de que Amancio Ortega, el de Zara, vuelva a ser uno de los diez hombres más ricos del mundo- y, por supuesto el hecho de que en el País Vasco, el PSOE y el PP, hayan hecho una campana de cristal, que los aísle de la trifulca exterior. Sólo así podrán llegar a un acuerdo de gobernabilidad, sin el PNV, y con el respeto constitucional como primer objetivo.
Por descontado, que lo que están haciendo los dos grandes partidos en el País Vasco no es exportable al resto de España. Pero sí demuestra que, en circunstancias límites se impone el diálogo sobre la confrontación. Y, con los matices necesarios, la inmensa mayoría de los ciudadanos, muchos de ellos en situaciones personales límite - por ejemplo lo casi cuatro millones de parados - verían con buenos ojos que, ante temas tan angustiosos como la crisis económica y la sangría laboral, se escuchasen posiciones conjuntas. Si no es así, el ciudadano medio, que somos casi todos, tiene la impresión de que sus cuítas se utilizan para la pelea política, o para el discurso oportunista, pero no constituyen un tema de preocupación real, que requiere soluciones urgentes y consensuadas.
Ya sabe uno que esto es predicar en el desierto, pero los aniversarios, entre otras cosas deben servir para echar la vista atrás, aunque sólo sea para comprobar si hemos avanzado o retrocedido y para hacer -si se puede con humildad, mejor que mejor- examen de conciencia, y ¡ya sería el colmo! propósito de enmienda. Recuerdo que hoy estamos de aniversario.
Periodista
juan.ojeda@hotmail.es
