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Iceman tiene el corazón caliente

Estaba empezando a granjearse cierta fama de maldito, letal para un piloto de Fórmula Uno, cuando una carambola propiciada por la mala cabeza de los tres responsables de McLaren -pilotos y patrón- le sirvió en bandeja el título de campeón del mundo. Como si su vida empezase de nuevo.

el 14 sep 2009 / 19:50 h.

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Estaba empezando a granjearse cierta fama de maldito, letal para un piloto de Fórmula Uno, cuando una carambola propiciada por la mala cabeza de los tres responsables de McLaren -pilotos y patrón- le sirvió en bandeja el título de campeón del mundo. Como si su vida empezase de nuevo.

Un par de días después de cumplir 28 años, Kimi Raikkonen (Espoo, 17 de octubre de 1979) recibió el mayor regalo que podía haber imaginado: el título de campeón mundial de Fórmula Uno. Pocas veces está tan justificado el topicazo periodístico del obsequio en tan señalada fecha para designar un galardón que un deportista gana porque, y no es cuestión de volver a glosar el cúmulo de dislates perpetrado por Ron Dennis y sus dos enfrentados pilotos, es lugar común que sin la incompetencia de McLaren el finés de Ferrari nunca hubiera sido campeón.

El desembarco de Raikkonen en la escudería del cavallino rampante había llegado poco menos que impelida por las circunstancias. Ferrari acababa de perder a su mito, Michael Schumacher, y McLaren, su anterior equipo, había dado un golpe de mano al fichar a Fernando Alonso. El único monoplaza ganador vacante era el rojo que había conducido el kaiser, una leyenda por quien Kimi jamás había mostrado el más mínimo respeto.

De hecho, fue el único piloto que no lo homenajeó tras su último Gran Premio, Brasil 2006. La excusa que dio al periodista que se lo encontró tomando el sol mientras todos agasajaban a Schumacher es una muestra del aprecio que siente por el teutón: "Tenía que ir al lavabo".

Jean Todt, el francés que patronea desde hace años la escudería italiana, es un hombre estricto que siente veneración por Schumacher, al que quiere como a un hijo, y que no es nada partidario de las formas cool de Raikkonen. Pero también es un hombre práctico: "Es el mejor piloto en el mercado", dijo por toda justificación cuando oficializó su contratación.

Con el título de campeón del mundo soplado a Hamilton y Alonso, Raikkonen justifica su carrera deportiva, que amenazaba con convertirse en una sucesión de catástrofes. Casi coetáneo del asturiano, con quien coincidió en karting, su segunda plaza en el Mundial de 2005 por detrás de Alonso lo dejó en muy mal lugar, ya que su McLaren era, en teoría, mucho más competitivo que el Renault del español. Era el segundo subcampeonato que obtenía (el primero fue en 2003) desde que Ron Dennis le confió la misión de suplir a su compatriota Mika Hakkinen, el último hombre que le había tosido a Michael Schumacher.

Llamado Iceman (hombre de hielo) por su rostro casi siempre impertérrito y por su evidente procedencia nórdica, el caso es que Raikkonen nunca se caracterizó por ser un tipo frío, lo que le hizo mantener una relación tormentosa con Ron Dennis. Amante de una disciplina casi militar, el patrón inglés no entendía que su piloto viese amanecer todas las noches después de un Gran Premio en lugar de concentrarse en la siguiente carrera. Además, su conducción es más bien impulsiva, muy latina.

En Ferrari, y a pesar de que Todt no es lo que se dice la alegría de la huerta, Raikkonen ha encontrado el calor mediterráneo que su carácter demandaba. La seguridad que le infundirá este título y los problemas de McLaren auguran una prolongación de su reinado en la Fórmula Uno.

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