Cultura

Imponente mural sonoro

el 08 mar 2011 / 18:38 h.

Centro Cultural Cajasol. Sala Joaquín Turina. 7 de marzo. Programa: Greeting music (1977) y Pulau Dewata (1978), Claude Vivier (1948-1983). Charge (2009), Raphaël Cendo (1975). Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, director. 2º Ciclo de Música Contemporánea.

No todo está perdido. Que en medio de la errática programación musical que está llevando a cabo Cajasol se consagre una iniciativa del calado y el valor didáctico y cultural del Ciclo de Música Contemporánea de Zahir Ensemble es un hecho merecedor del mayor aplauso. Finiquitado el Ciclo de Música de Cámara, este que ahora se propone, bien que apoyado por otras instituciones como la Universidad de Sevilla, el Conservatorio Superior de Música y el ICAS, puede marcar un antes y un después en cuanto a la programación de música de vanguardia en una ciudad como Sevilla tan alejada a priori de estos presupuestos estéticos.

Sorprende comprobar cómo el muy meritorio Ciclo de Música Contemporánea del Teatro Central tiene en este que ahora comentamos su correlato. Uno y otro son esenciales en una Sevilla Ciudad de la Música que debe procurar siempre mantener una cuota para la exhibición de la nueva creación musical, empresa que parece definitivamente desterrada del gran centro que capitaliza la actividad musical en la ciudad, un Teatro de la Maestranza y una Real Orquesta Sinfónica de Sevilla que se asoman a hurtadillas a la música de hoy, cuando no directamente la rehúyen en aras de la taquilla.

Pero si la serie de conciertos que propone Zahir Ensemble es verdaderamente relevante lo es, al margen del empeño del conjunto sevillano, por los compositores y las obras que su director, Juan García Rodríguez, viene convocando. Proponer en una misma serie a autores del peso y el riesgo de Christian Ofenbauer, Claude Vivier, Raphäel Cendo, George Crumb y José María Sánchez-Verdú habla a las claras del deseo del conjunto de concitar en Sevilla a una serie de nombres que verdaderamente cuentan en la música de nuestro tiempo. Posturas las de estos creadores que se alejan de medianías para abrazar, desde sus respectivos posicionamientos estéticos posturas insoslayables de seguro impacto en el oyente despierto.

El concierto que esta semana proponían, y que se saldó con un muy justo éxito de público, comenzó al abrigo de dos partituras del malogrado compositor canadiense Claude Vivier, cuya importante obra es prácticamente ignota en nuestro país. Greeting Music es una composición aditiva muy representativa de la estética unipersonal de su compositor -ajeno por igual a la vanguardia doctrinal y al conservadurismo- que tanto sorprendió a György Ligeti. Confluye en ella el teatro musical a la manera de un Kagel y el impacto sonoro que le causó su conocimiento, de primera mano, de las músicas tradicionales de Japón y Bali. Zahir dispuso la obra con una claridad notable y una prestación instrumental de elevado vuelo en el que es justo destacar el solo pianístico inicial de Julio Moguer y el decisivo aporte de dos de los atriles más sobresalientes del conjunto, Alfonso Rubio en la flauta y Gilles Midoux en la percusión. Menos centrado estuvo el oboe de Héctor Herrero, que acusó ciertos problemas con el ritmo y con la sonoridad, algo turbia en ocasiones.

En Pulau Dewata, obra de instrumentación variable, Vivier se deja llevar quizás como en ningún otro caso de su catálogo por las influencias orientalizantes a lo largo de un discurso, tímbricamente deslumbrante y de una maleabilidad que fue bien entendida por un nutrido Zahir Ensemble dirigido eficazmente por su expansivo responsable, Juan García. Sin constituir lo más atractivo del conjunto de su obra, la ejecución de la pieza, por su accesibilidad y evidente comunicatividad, resultó un acierto y una puerta de entrada que para muchos se abrió al Universo Vivier.

Tener en Sevilla a un compositor ascendente de la valía de Raphaël Cendo es un lujo que sin este ciclo nadie hubiera materializado. Entre otras cosas porque el tiempo ha venido demostrando que no existen personalidades de relevancia en la gestión cultural y musical de la comunidad con el conocimiento suficiente como para apostar por encuentros de auténtico peso. Y los que hay, esto es, lo que sí podrían coordinar ejemplarmente programas encaminados a la difusión de la música contemporánea, están apartados de la organización directa o en la asunción de otros encargos.

Cendo es uno de los representantes más aguerridos de lo que se ha dado en denominar escuela de la ‘música saturada', nueva tendencia sonora de ascendencia francesa, de la que participan compositores como el ya citado Cendo pero también Franck Bedrossian, Yan Robin y Dmitri Kourliandski. En sus propuestas sonoras se abrazan los postulados de nuevas técnicas instrumentales y la atomización de la estructura de Helmut Lachenmann y se regurgita la telúrica fiereza sonora de un Iannis Xenakis para dar origen a un conjunto de piezas de enorme impacto y altos decibelios, deudoras igualmente de una estética popular que mira sin disimulo al post-rock para amalgamar puntos de vista en una nueva y epatante estética capaz por igual de despertar el aplauso más entusiasta y el rechazo más visceral. Exactamente igual que sucedió, otrora, con las vanguardias más militantes. Nuevamente se comprueba la capacidad de reinvención de la, asumiendo el incompleto epígrafe, música contemporánea.

De Cendo conocíamos por la discografía reciente un alucinógeno y rabioso fresco sonoro estrenado en el Festival de Donaueschingen en 2009, Introduction aux ténèbres (NEOS). Zahir Ensemble recogió el martes el testigo de Musikfabrik para dar a conocer en España Charge, una decidida descarga de adrenalina sonora, organismo vivo que se retroalimenta a sí mismo y que sometió a los músicos a un tour de force bien resuelto y que, hoy por hoy, no está al alcance de casi ningún grupo conocido en este país. Los coqueteos con el ‘noise' de Cendo y el descaro de una composición que se abre en canal para asumir el enfurecedor ruido casi como si se tratara de un atril más ponen esta música ante un interrogante, ¿qué hay después de ella?, ¿hasta dónde puede dar de sí un lenguaje tan violentamente explícito? Es de esperar que García Rodriguez, como director de Zahir, siga de cerca a Cendo y a sus colegas saturados y vuelvan más pronto que tarde sobre este impactante (e insobornable) panorama sónico.

  • 1