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In memoriam

Empezamos el curso con la asignatura pendiente, la lucha contra la violencia de género, la que ejercen algunos hombres contra sus parejas o ex parejas. Un horror también llamado "terrorismo machista" porque según voces expertas si el aparato judicial...

el 16 sep 2009 / 08:16 h.

Empezamos el curso con la asignatura pendiente, la lucha contra la violencia de género, la que ejercen algunos hombres contra sus parejas o ex parejas. Un horror también llamado "terrorismo machista" porque según voces expertas si el aparato judicial se tomara como terroristas estos ataques su labor sería más eficaz. ¿Podemos imaginar que le den la tutela de su hijo a un terrorista condenado? Entonces ¿cómo puede un maltratador ser responsable de la custodia de unos hijos, víctimas suyas de forma directa o indirecta?

No hay duda de que la Ley creada para luchar contra esta lacra es necesaria, y que en muchos casos sirve para ayudar a denunciar, o para tomar decisiones de ruptura, con los apoyos legales y de asistencia sicológica y social necesarios. Pero desde una mirada crítica y preocupada por el asunto parece que no es suficiente que se haya priorizado el aspecto policial y el judicial. Más aún cuando en los juzgados siguen pesando en exceso las opiniones personales de quienes aplican la Ley. Porque, aunque seamos pioneros en la legislación seguimos con la esquela casi diaria, y con la repetición del maltrato oculto, en todos los niveles sociales. Como diría Larson, seguimos en un mundo con muchos hombres que no quieren a las mujeres.

Y de ahí viene la sensación de fracaso. El "poder" fanático de esos hombres, que no están dispuestos a perder su dominio sobre las mujeres a las que consideran suyas, no teme a la cárcel, es un mal menor, incluso pueden quitarse la vida, siempre que se lleven por delante a quién ose intentar vivir por su cuenta. Por ello es vital y prioritaria una tarea preventiva y formativa, que sigue siendo escasa, deficiente y no unánime. La educación para la convivencia, el respeto entre niños y niñas en igualdad reflejado en nuestras leyes, y que es vital, tiene resistencias. Asombra que haya objetores de conciencia a la llamada "educación de género", desde el fundamentalismo religioso, o político, pero preocupa aún más que en parte de la población siga estando idealizada la imagen del macho dominante, repitiendo un rol que marca a hombres y mujeres.

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