Los habitantes de Écija tardarán mucho tiempo en recuperarse de una de las mayores tragedias que ha sufrido su localidad. Seis personas fallecidas en un incendio por un presunto 'despiste doméstico' -dejar encendido un brasero- es un tributo demasiado terrible como para no comprender la profunda tristeza y rabia que sacude a todos los familiares de las víctimas y a buen número de vecinos. Incluso los psiquiatras avalan que ante hechos tan luctuosos la respuesta de algunas personas pueda degenerar en violencia. Pero asumir y compartir la tristeza de un barrio o de un pueblo entero no podrá justificar nunca las brutales imágenes que dieron la vuelta a España el pasado domingo. Responsabilizar al Servicio de Bomberos de la tragedia sin pruebas, respondiendo como un irracional fuenteovejuna, que a punto estuvo de agravar la fatalidad, no soporta excusa posible. En una sociedad civilizada y democrática la 'justicia de los jueces' es el único instrumento, capaz y autorizado para delimitar responsabilidades en caso de que las hubiera. Esta norma no tiene excepciones. Y menos aún cuando el informe oficial dice que los bomberos estaban en lugar del incendio a los cuatro minutos de haber sido avisados y cumplieron su tarea escrupulosamente. El estado de derecho es un patrimonio muy valioso como para atentar contra él con un inaceptable intento de linchamiento de profesionales que sólo trabajan para servir a la comunidad. La justicia debería pedir cuenta por ello a los protagonistas de esos graves desmanes. Y ello es compatible con la necesidad de llegar a hasta las últimas consecuencias en la investigación de la desgracia. Tampoco es incompatible con preguntarse en este caso porqué los miembros de la guardia civil y la policía que estaban presentes en el lugar no hicieron nada, o muy poco, por contener el bárbaro asalto a los camiones de bomberos y a sus ocupantes. Écija cuenta con toda la solidaridad y el pesar de Andalucía, pero eso no puede justificar acciones delictivas que nunca más pueden repetirse. Porque tampoco hacen justicia al carácter pacífico de sus vecinos.
