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Inauguración sin concesiones

Teatro de la Maestranza. 10 de septiembre. Programa: Rittirata notturna di Madrid, Bo ccherini /Berio. Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 77, Brahms. Cuarteto para piano y cuerdas en sol menor, Op. 25, Brahms /Schoenberg. Intérpretes: Ilya Gringolts, violín. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter, director. 1º Concierto de abono.

el 16 sep 2009 / 08:31 h.

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Teatro de la Maestranza. 10 de septiembre. Programa: Rittirata notturna di Madrid, Bo ccherini /Berio. Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 77, Brahms. Cuarteto para piano y cuerdas en sol menor, Op. 25, Brahms /Schoenberg. Intérpretes: Ilya Gringolts, violín. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter, director. 1º Concierto de abono.

Mucho hay que confiar en la madurez de un público para programar, en un concierto de inauguración de temporada, tres piezas como las interpretadas anoche por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) y su director, Pedro Halffter. Fue una apertura sin alharacas, liberada de vacuo y ramplón repertorio, un concierto sobrio, sin concesiones gratuitas, y a la vez solemne: el primer concierto del curso de la Sinfónica supone ya, en sí mismo, una jornada de celebración que no necesita ni de bises ni de fuegos artificiales.

Con la Ritirata notturna di Madrid, una pieza marcial de Boccherini orquestada por Berio comenzó un concierto que se adscribió al sello de Brahms. Compositores de la vanguardia como Boulez y Stockhausen nunca comprendieron el por qué de la dedicación de su colega Berio a este tipo de guiños al pasado. Y de hecho, escasa sustancia hay en una agradable página a la que le sobró toda la solemnidad con la que Halffter adobó una música que demanda un mayor protagonismo de la percusión (...y con menos eco).

El primer Brahms -el del Concierto para violín- recobró a una ROSS en plena forma y se chocó con un solista, Ilya Gringolts, de técnica perfecta, pero con un sonido impersonal y mate, demasiado falto de vuelto para servir al arrollador virtuosismo que demanda la partitura brahmsiana. En el tercer movimiento hubo destellos de mayor complicidad entre violín y orquesta pero atrás quedaban excesivos minutos grisáceos. La orquesta, motivada por Halffter, sí que nos contó algo nuevo, llevando la música a un terreno más recogido, casi mozartiano en el Andante, como queriendo doblegarse, en vano, a Gringolts.

Con el Cuarteto para piano y cuerdas Op. 25 de Brahms, Arnold Schönberg concibió en 1937 una imposible Quinta Sinfonía del compositor del Réquiem alemán. Interés relativo el de esta rara y extensa página con huellas inequívocas de ambos creadores. Enérgica, matizada y concentrada en un contagiante Rondó zingaresco fue la ejecución de la orquesta.

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