Integrar la práctica

Cuatro jóvenes con discapacidad intelectual de la asociación Albatros inician su vida laboral en dependencias del Ayuntamiento de La Algaba.

el 01 abr 2014 / 21:15 h.

Beatriz Agüera hace prácticas desde hace dos años en la biblioteca de La Algaba. / Alba Poveda Beatriz Agüera hace prácticas desde hace dos años en la biblioteca de La Algaba. / Alba Poveda Manuel Jesús Moreno tiene 22 años y desde hace tres semanas va al polideportivo municipal de La Algaba para ayudar en las tareas de mantenimiento del recinto. Su compañera Beatriz Agüera también hace prácticas en un edificio municipal, la biblioteca. Aunque ella tiene un poco más de experiencia, ya que es el segundo año que desarrolla su carrera profesional en este lugar. Ambos son personas con discapacidad intelectual y gracias al programa de formación para la inserción sociolaboral de la Asociación Albatros, Moreno y Agüera se pueden considerar dos trabajadores más del Ayuntamiento. Para Moreno, el polideportivo es el mejor lugar donde podría hacer prácticas. Amante de los caballos y los toros, asegura que donde más disfruta haciendo su tarea es en las pistas de tenis y pádel. Aunque son sus primeras prácticas laborales, este chico con Síndrome de Down lo tiene claro: el día de mañana le gustaría trabajar en unas caballerizas. De hecho, cuando este joven expone antes sus compañeros la evolución de su trabajo sostiene que para él es «motivo de orgullo estar trabajando». Aunque por el momento solo se ha dedicado a las tareas de mantenimiento, sus compañeros de trabajo están empeñados en que pronto se responsabilizará de las fichas en el ordenador. Manuel Jesús en uno de sus rincones favoritos: la pista de pádel. / A. Poveda Manuel Jesús en uno de sus rincones favoritos: la pista de pádel. / A. Poveda Agüero, en cambio, tiene más rodaje en eso de trabajar en un edificio municipal. El año pasado, esta joven con discapacidad intelectual leve llegó a la biblioteca de La Algaba con el objetivo de desenvolverse mejor solo. Aunque al principio coger el teléfono suponía todo un reto, hoy es una tarea más en su día a día. Una evolución que no hubiese sido posible sin el apoyo y la exigencia de sus compañeros de trabajo, quienes desde el primer momento la trataron «como una más». Pero estos jóvenes no son los únicos que hacen prácticas en La Algaba. Compañeras como María Dolores e Inmaculada también aprenden a desenvolverse en el mundo laboral en dos centros educativos de la localidad. Unos conocimientos que previamente adquieren en los programas de Formación para la Inserción Sociolaboral de la asociación. Estas prácticas pretenden que los chicos se sientan motivados en sus prácticas, apunta la responsable de Formación de la Asociación Albatros, Joaquina Solís. De hecho, semanalmente, Solís acude a los centros de trabajo para hacer una valoración y trabajar aquellos aspectos en los que necesitan mejorar. En principio, los convenios se firman para aplicarse en el curso escolar, aunque otros requieren de prórroga. Una decisión que se toma tras valorar la evolución de la persona y su integración en la empresa, «ya que de lo que se trata es de mejorar, no de trabajar porque sí», apunta Solís. El esfuerzo de los padres de las personas con discapacidad intelectual de La Algaba permitió hace un año que varios jóvenes encontraran su espacio en las instalaciones municipales gracias a un convenio firmado entre la asociación Albatros y el área de Servicios Sociales de la localidad. La responsable de Formación explica que antes de llegar a Albatros, «estos jóvenes no tenían un lugar que les siguiese formando tras su paso por las aulas».

  • 1