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Internet baja la edad del ludópata al facilitar el acceso a los juegos

Más de 500 sevillanos acuden cada año a terapia en la asociación Asejer o en los centros de rehabilitación de la Junta.

el 29 oct 2011 / 19:12 h.

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Actividades de Asejer en le día sin juego de azar.

Es una enfermedad, catalogada por la OMS, pero no tiene síntomas externos. Los pacientes proceden de todas las capas sociales, incluso inicialmente tienen cierto poder adquisitivo, y el entorno suele ser el último en enterarse. La tentación está en cualquier esquina en forma de kiosco de cupones, en el bar del desayuno con esa máquina tragaperras que no para de iluminarse y sonar... y ahora también a golpe de un clic, sin salir de casa.

La ludopatía patológica afecta al 1,7% de la población y un 6,5% está en riesgo de convertirse en adicto al juego. Por la Asociación Sevillana de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Asejer) pasan cada año unas 300 personas para asistir a terapia y en los centros sevillanos de desintoxicación de la red de la Junta ingresaron el año pasado 212 casos de adictos al juego (un 20% de las admisiones). La adicción afecta a 140.000 andaluces.

Entre el 75 y el 80% de las personas que acuden a tratamiento son adictas a las tragaperras, según el último informe del Observatorio Andaluz sobre Drogas y Adicciones de la Consejería de Igualdad, que coincide con el perfil de quienes pasan por Asejer. El 38,9% juega diariamente, gastan una media de 347,1 euros semanales y pasan unas 6,3 horas a la semana ante las máquinas. Tras las tragaperras, la adicción más frecuente es el bingo (7,5% aunque este porcentaje se eleva hasta el 36,7% entre las mujeres, por delante de las tragaperras), seguido de los casinos (2,5%) y la lotería (2,2%).

La mayoría estuvo jugando unos 13 años antes de admitir que tenía un problema y buscar ayuda. En los centros de la Junta, la edad media de las personas atendidas es de 39,5 años y en Asejer se sitúa entre los 25 y los 40, aunque hay algunos menores. Los datos del Observatorio revelan que más de la mitad comenzaron a jugar antes de los 23 años y un 25% antes de los 18.

La entrada a menores está prohibida en bingos y casinos pero nada impide que un joven en un bar juegue a las tragaperras. Desde Asejer, su presidente, Gonzalo Cadillá, reivindica que se instale un dispositivo "que ya está patentado" que impida que funcionen sin pasar el DNI. El control en internet brilla por su ausencia: basta con marcar la casilla de sí ante la pregunta ¿eres mayor de edad? y con tomar prestada una tarjeta de crédito de los padres para usar sus datos, explica Cadillá. "Sólo en caso de ganar, para cobrar el premio hay que dar los datos de una cuenta bancaria y demostrar que se es el titular", añade.

Internet ha rebajado la edad de inicio porque "las nuevas tecnologías facilitan de forma preocupante el acceso al juego", advierte el ahora presidente de la asociación y anterior paciente de la misma. Pero además, multiplica el dinero que un ludópata puede gastar. "Ahora hay tragaperras reales y tragaperras virtuales y en éstas en una hora gastas lo que quieres", subraya.

Asejer fue la segunda asociación para la rehabilitación de jugadores creada en España y en sus 22 años de historia han pasado por ellas miles de personas y "cada caso es un mundo". Muchos de los que llegaron como adictos son hoy monitores de las terapias grupales. El tratamiento dura alrededor de dos años y medio pero Cadillá avisa: "De la ludopatía te rehabilitas pero no te curas. Una vez que le pierdes el pulso al juego ya no puedes jugar a nada, aunque no apuestes dinero, ni comprar un cupón o que te lo regalen porque el problema es que haces tú con el dinero al día siguiente si te toca".

Agustín Sánchez es psicólogo en Asejer. Cuando una persona acude a la asociación, pasa por una primera fase de estudio preliminar, durante un mes, en la que, sobre todo, se le hace hablar mucho. "Se recomienda que le apoye un familiar o alguien que conviva mucho tiempo con él, para evitar recaídas", explica Sánchez. Cadillá cree que los parientes deben ser considerados también como afectados porque "muchas veces vienen peor que el jugador. Él lo cuenta todo y se alivia pero muchos familiares se enteran de sopetón".

La segunda fase dura año y medio durante el cual los jugadores van dos veces por semana a terapia grupal y los familiares una vez a la semana por separado. Una vez al mes pasan consulta individual con el psicólogo y el trabajador social. En esta etapa, las sesiones se centran en "el problema con el juego". En la tercera fase, la periodicidad de las sesiones se mantiene pero se centran en los problemas profesionales, personales y laborales derivados de la adicción: la desconfianza, la baja autoestima, las mentiras, el deterioro de la relación de pareja...El 85% de los adictos se rehabilitan. Un 15% recae, algunos muchos años después. Por eso, Asejer recomienda continuar siempre en una cuarta fase de mantenimiento: "Venir una vez a la semana te hace recordar que no puedes bajar la guardia. Es una hora de tu tiempo a cambio de tu tranquilidad", dice Cadillá.

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