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«Inventamos la conciliación al acercar la escuela a la gran empresa»

Es el socio mayoritario de la escuela infantil Patín, que cuenta con catorce centros repartidos por la provincia de Sevilla y Málaga, y que ha visto en la franquicia el mejor modelo para crecer y extender su proyecto educativo y filosofía empresarial

el 02 oct 2010 / 19:03 h.

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Sergio Borrero, en las instalaciones de la escuela infantil Patín de Castilleja de la Cuesta (Sevilla).

-¿Tiene usted hijos?
-Mis primeros pensamientos desde pequeño iban en la dirección de ser padre. La vocación de ser maestro de Infantil me viene de lejos. Mi madre me recuerda que cuando bajaba a la piscina, todos los niños se venían conmigo porque los entretenía y las madres, encantadas. Tengo tres hijos, cuyas fotografías decoran las paredes de este centro [Castilleja de la Cuesta].

-¿Le costó mucho encontrarles una guardería?
-(Risas). El mayor tiene 9 años, los otros dos tienen 7 y 3, y la escuela infantil Patín tiene ya quince años.

-La vocación explica por qué este negocio y no otro...
-El motor económico del centro fueron mis padres y los de mi mujer, que nos ayudaron muchísimo. El alma educativa de Patín es mi mujer, María Jesús, a la que conocí en la facultad. Como también es su profesión y vocación, decidimos montar la escuela, que fue creciendo y cogiendo peso específico. Ella sacó sus oposiciones y se marchó del centro físicamente aunque sigue siendo la directora pedagógica. Yo me marché de la empresa familiar en la que trabajaba, monté la escuela, luego ayudé a un amigo a montar una, a un familiar otra... Acudimos a una consultora y nos preparamos durante dos años para franquiciar.

-¿Cuántos centros tienen?
-Hay catorce centros. Trece en Sevilla y su provincia y uno en Málaga. Tres son en propiedad, en Nervión, Castilleja de la Cuesta y el polígono La Isla. Los demás son franquiciados. Tenemos mil alumnos y casi cien educadores.

-¿Llevar una guardería a un polígono industrial?
-Abrimos en 1996 y un año después surgió la idea en la que fuimos pioneros: acercar la escuela infantil a las grandes empresas. Inventamos la conciliación familiar. Llegamos a acuerdos con grandes empresas como Abengoa, El Corte Inglés o la Universidad de Sevilla y acertamos con la idea de acercar las guarderías a estos centros porque matábamos dos pájaros de un tiro, solucionábamos los problemas de los padres y llenábamos la escuela muy rápido. Nos sirvió para que la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento nos destacara como jóvenes empresarios en 1997.

-¿La conciliación, realidad o asignatura pendiente?
-Seguimos intentando apostar por ella a través de las horas que está abierto el centro y el número de servicios para que los padres puedan suplir esa falta de horas en un sitio de confianza. Tratamos de llevar por bandera que somos la familia de las familias porque bebemos de sus necesidades, deseos y problemas. Por ello creamos una escuela de padres con varios encuentros al año para apoyarles.

-¿Qué diferencia a Patín de otras escuelas infantiles?
-Nuestra apuesta es por la calidad. Tenemos tres sellos que la certifican, uno de la Asociación española de Franquiciadores, y las ISO 9001 y 14001. Hacemos que Patín sea un centro integrado para los niños, con independencia de su capacidad económica o social. Apostamos por la inclusión y la innovación educativa y tecnológica. Para dedicar más tiempo a los niños y menos a la gestión, hemos desarrollado con una empresa sevillana un software propio. Y la innovación tecnológica también la perseguimos a partir de los cuatro meses. Para ello trabajamos con otra firma sevillana en una mesa táctil en la que puedan experimentar sensaciones, sonidos... Y tenemos una editorial propia porque creemos en nuestro proyecto educativo y lo llevamos hasta sus últimas consecuencias independientemente de su rentabilidad. El dinero no es lo primero, es lo segundo.

-Pero una editorial debe resultar costosa...
-El último proyecto desarrollado es un cuento que ha escrito un padre de un alumno que es novelista. Lo ha editado una madre que tiene afición por la pintura, la música (en formato CD), la ha preparado un padre que es músico y los narradores son padres de antiguos alumnos, alumnos antiguos y otros actuales. Todos lo han hecho de forma desinteresada.

-¿Le preocupa que se pierda la esencia con la franquicia?
-Es una preocupación, pero ese tema se lleva desde la central. Cuando empezamos teníamos muchas ganas, pero cuidamos de quién franquicia. Lo importante no es montarla sino mantenerla.

-¿Cuál es el plan de expansión que barajan a medio plazo?
-Estamos creciendo como una mancha de aceite por Andalucía. Somos sevillanos y andaluces y aún no tenemos el peso empresarial que nos corresponde porque aún se tiene mala imagen de cómo se trabaja en el sur. Nosotros trabajamos con empresas andaluzas y no queremos perder las raíces, queremos que se conozca nuestro trabajo y venderlo.

-¿Próximas aperturas?
-En Málaga, Jaén, Jerez, otra en Sevilla Este y entraremos en Extremadura con un centro en Zafra.

-¿En qué se deja ver la crisis?
-Se nota en los centros privados, no en los subvencionados. Pero hay un nicho de oportunidad con la crisis porque la Junta tiene que alcanzar el 33% de la población de 0 a 3 años. La crisis ofrece un buen momento para franquiciar porque todos los palos que se va a encontrar el emprendedor ya nos los han dado.

Perfil: Vocación de enseñar
Salió de trabajar de una empresa de su familia para crear otra firma familiar. Tenía 23 años, las ideas muy claras y el apoyo tanto de su familia como de la de su mujer María Jesús, "el alma" de la escuela. Dos hermanos, de los tres que tiene, le acompañan en esta aventura empresarial, aunque en realidad es más bien un sueño de infancia; Adolfo, desde su responsabilidad como gerente, e Iván, al frente de la contabilidad y la Oficina Digital. Tenía 24 años cuando recibió el reconocimiento empresarial a una buena idea que, pese a la juventud de la empresa, fue de las seis primeras en recibir el sello de calidad del sector de la franquicia. Fotos de sus hijos decoran las paredes de la escuela y los franquiciados hacen lo propio con sus hijos o sobrinos. "Se echan muchas horas", reconoce. 

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