Pau López atrapa el balón ante Denis (EFE)
Desastrosa noche del Sevilla al que sólo un gol de Bacca en la prolongación lo mantiene con vida en la Copa. Los hombres de Unai Emery salieron vapuleados de Cornellá tras perpetrar uno de los peores partidos que se le recuerdan. Sin fútbol ni intensidad no es posible superar a ningún rival, y menos a un conjunto con jugadores desequilibrantes arriba del estilo de Sergio García. Si tu centro del campo es una autopista y tu defensa un flan, la ecuación sólo puede dar una solución: horror.
El Espanyol hizo lo que quiso, sobre todo en una segunda parte donde el entrenador nervionense decidió colocar a dos delanteros y terminó de destrozar un sistema que no se sostiene con Coke en el centro del campo. Es voluntarioso el madrileño, pero no vale para jugar un partido de verdad en esa posición. En verdad el Sevilla es un equipo acostumbrado a que el viento le venga de cara. Si éste cambia de dirección, se marea y sufre como pocos. No sabe remonta un partido. Entra en todas las guerras infantiles. Se desinfla al primer contratiempo. Sólo esa fortuna que suele aparecer en los últimos minutos da un hilo de vida al Sevilla. Incluso Denis Suárez tuvo en sus botas un 3-2 mágico. Qué locura de encuentro.
Caicedo, en el primer tiempo, Sergio García de penalti y Lucas Vázquez en el segundo, fueron los autores de los goles locales. En el minuto 80 estaba todo perdido. Ahora toca que Nervión saque esa magia que siempre lo acompaña, aunque la empresa es más que complicada, casi imposible. Sin embargo, el equipo Unai no puede hacerlo ya peor, por lo que el próximo jueves todo lo que se haga será bien recibido. Conclusión: de estar eliminado en el 90, el Sevilla pasa a soñar con que una de sus hombradas es posible.
