Sin gasolina, sin luz y, en breve, sin comida ni medicinas. Gaza vivía a oscuras y en peligro, lo que hizo saltar las alarmas de la comunidad internacional, que condenó el bloqueo israelí en la franja. La presión surtió su efecto e Israel autorizó la entrada de asistencia médica y combustible. Pero antes Olmert lanzó su órdago contra Hamás.
"No dejaremos que la vida en Gaza sea cómoda y agradable", amenazó el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Es más, ante el hecho de que no puedan coger el coche, se mostró aún más tajante. "Pueden caminar", planteó justo antes de denunciar que esta situación es fruto de "un gobierno criminal que no permite a la población del sur de Israel vivir en paz", en referencia al grupo Hamás, que desde junio gobierna en Gaza.
Sin embargo, horas después tuvo que echar marcha atrás a todo el operativo. La presión internacional -las quejas de España, Francia, Reino Unido, Rusia y la gran mayoría de los países árabes- hizo que el Gobierno israelí autorizara la entrada a partir del hoy de asistencia médica y combustible, aunque sólo para la principal planta eléctrica de Gaza, que dejó de funcionar el pasado domingo por falta de combustible, lo que dejó a oscuras a 800.000 personas en el centro de la franja.
El corte fue el resultado de la medida adoptada el pasado jueves por Israel de cerrar todos los pasos fronterizos e impedir el acceso de ayuda humanitaria a Gaza, en represalia por el lanzamiento de cohetes contra el territorio israelí por parte de las milicias palestinas.
Barak conversó ayer por teléfono con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, al que aseguró que Israel no tiene interés en provocar una crisis humanitaria en Gaza, pero al mismo tiempo recalcó que no permitirá que los milicianos palestinos continúen atacando a las localidades israelíes.
Después de una reunión con altos funcionarios del Gobierno israelí, el Ministerio de Defensa afirmó que tras las sanciones impuestas "parece que han captado el mensaje en Gaza". De todos modos, Barak advirtió de que aumentará la presión sobre la franja hasta que las milicias palestinas dejen de lanzar cohetes artesanales. "Me importa más nuestra tranquilidad que la suya", apostilló el ministro, que considera que "muchos terroristas están vivos y respirando únicamente porque tratamos de no dañar a los civiles" de la zona.
Duras críticas. La última vuelta de tuerca en la presión israelí a Gaza desató las críticas de numerosos dirigentes del mundo árabe, así como de la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, y del jefe del bloque pacifista israelí Meretz, Yosi Beilin. También se sumaron ONG israelíes y palestinas, que interpusieron una demanda ante el Tribunal Supremo de Israel.
Hasta tal punto llegó la tensión que la Liga Árabe pidió celebrar una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar la "peligrosa situación" de Gaza.
Asimismo, pidió al Consejo de Seguridad abrir una investigación de los "crímenes perpetrados por Israel" e instaron a los firmantes del proceso de paz de Annapolis, en noviembre pasado, a que intervengan para frenar la agresión israelí.